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El Telégrafo

Vivir de agache

11 de noviembre de 2013

A mediados del siglo XX era pecado con rabo deber y un deudor era mal visto por la sociedad, casi, casi, como si fuera ratero; por eso en las tiendas escribían: No fío porque si fío pierdo lo que es mío. En cambio ahora, el que no le debe a las once mil vírgenes, es un tonto de capirote, especialmente desde que inventaron las tarjetas de crédito, e incluso hay sapos vivos que para vivir de agache contraen deudas para pagar deudas.   

Con ese método funcionan los países desarrollados: mientras más deben, mejor nivel de vida tienen sus habitantes. Así, por ejemplo, la deuda de los EE.UU. es de cincuenta mil dólares per cápita, la nuestra llega apenas a mil, y es tan alta que un estadounidense debería pedir prestado medio millón de dólares cada segundo para que al final de un año debiera lo que debe su gobierno.

En época de Mahuad, nos fuimos a la punta de un cuerno. La explicación que nos daban era bien simple: Su gobierno imprimió mucha moneda, por eso ustedes viven mal, la inflación es tan alta y el dólar anda por las nubes.

¿Quién los mandó a endeudarse tanto? Era la crítica del FMI, el mismo que nos obligaba a contraer deudas que cobraba con interés de chulquero. Es que, misteriosamente, la ley, mientras más se debe mejor se vive, no funciona con los países pobres, donde funciona la ley inversa: mientras más deben peor viven. Porque de no ser así, los estadounidenses deberían pedir caridad y con más razón los noruegos, que deben el doble que los norteamericanos y, sin embargo, tienen el nivel de vida más alto del planeta.

Lo peor del caso es que los cipayos de la prensa dizque libre cierran la boca, como si estas verdades pertenecieran al mundo esotérico, donde nadie sabe nada de nada. Solo hablan de que Clinton dejó un superávit que Bush malgastó en guerras, del viril comportamiento de Obama, de lo mal parado que quedaron los republicanos y de qué va a pasar si próximamente no llegan a un acuerdo ambas fuerzas. Pero no se preguntan cómo es que EE.UU. paga su deuda contrayendo más deuda, porque así cualquiera se enriquece, aunque si usted imprime dinero para cancelar sus deudas, va preso por falsificador.

¿Dónde está el truquito que permite esta moderna multiplicación de peces y panes?  ¿Por  qué si ellos más deben, mejor viven y nosotros si más debemos, peor estamos? Pues porque mientras ellos establezcan las reglas de este juego perverso y nosotros no nos  independicemos del tutelaje, basado en el cuento de que ellos son superiores a nosotros, las cosas seguirán así hasta las calendas griegas.

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