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El Telégrafo

Violencia en los estadios

20 de abril de 2012

Cuando la entonces ministra del Deporte, Sandra Vela, incluyó en el texto de la nueva Ley del Deporte la prohibición de consumo de cerveza en los estadios, todos saltaron. El primero que iracundo protestó fue Luchito Chiriboga, presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol. Al final, consiguieron que la prohibición se excluya de la ley.

Al cabo de los meses, y a raíz del incidente en el estadio Casa Blanca, ya nadie se opuso a la iniciativa del nuevo ministro del Deporte, José Francisco Cevallos, para prohibir el consumo de cerveza en las gradas y pasillos de los estadios. Todas las voces se levantaron contra la violencia en los estadios. Todos se pronunciaron exigiendo que se incrementen las penas y se aumente la seguridad.

En la propia Asamblea Nacional, de inmediato, anunciaron las reformas a la Ley del Deporte y la incorporación de nuevos delitos al Código Penal. Es el caso de la asambleísta (por Alianza PAIS) Rocío Valarezo, quien propuso, sin ruborizarse, que para evitar la violencia “se construyan mallas en los costados, en el frente y, de ser factible, en la parte alta de cada uno de los sectores destinados a las barras de los equipos” (sic). Es decir, en todo el estadio. Vaya propuesta, construir jaulas para que los aficionados, cual bestias salvajes, no puedan ni moverse y así evitar la violencia. Absurdo.

Es volver al pasado y creer que solo la represión (violenta) es la solución. Como si la violencia estuviese en las sábanas. Colombia, país vecino que tiene mayores índices de violencia que el nuestro, acaba de inaugurar ya estadios sin vallas, con acceso directo a la gramilla, como la mayoría de estadios en Europa. Ese es el camino, generar una cultura de paz, de alegría, de fiesta. Que los aficionados celebren y festejen las victorias de su equipo con euforia, pero sin excesos. Y lloren, sin actos violentos, las derrotas.

Ya basta de la represión como única medida para solucionar los conflictos sociales. Incrementando penas o  tipificando nuevos delitos no evitaremos la violencia. Los jóvenes, por su apariencia, son maltratados y marginados. Apenas los miran con el pelo largo, ropas distintas y saltando y cantando, los reprimen y los tratan como si fueran delincuentes. La Policía los provoca y reprime.        

La F-1, hace ya muchos años, prohibió auspiciantes de cigarrillos y bebidas alcohólicas en los autos y circuitos, a pesar de que sus aportes eran millonarios. Lo mismo debe hacerse en Ecuador, comenzando por la selección de fútbol, que debería excluir de la camiseta tricolor publicidad de cerveza. Y lo mismo de estadios y escenarios deportivos y, por supuesto, de los medios de comunicación. Y ojalá entendamos de una vez que con más violencia no vamos a terminar con la violencia.

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