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El Telégrafo

Vieja ley, nueva Asamblea

14 de abril de 2013

Desde antes de que se creara el Ministerio de Turismo y cuando éste apareció, esta cartera de Estado siempre se entregó a personas de poco peso político/electoral, en ocasiones fue un premio a amigos del régimen que podían ostentar la condición de ministros sin entorpecer la gobernabilidad.

Así fue que a un ministerio débil, sin peso y sin presupuesto, se le encomendó ir ensamblando, legalizando y regulando una actividad considerada casi un esnobismo de gente excéntrica que ponía un hotel, y de gente media rara que viajaba a conocer otras tierras, que hacía turismo, una actividad superflua.

Hoy los conceptos de turismo son diametralmente opuestos; el turismo supera el descanso y el ocio, es un derecho social, una necesidad corporal, espiritual y la columna vertebral de una economía en crecimiento. El gobierno actual considera a esta actividad como la más importante a ser desarrollada para que en su momento reemplace los ingresos petroleros que están por agotarse, y ha puesto a su mejor gente a cargo de esta cartera.

La Ley de Turismo vigente es quizá la mejor muestra de lo mal armado que quedó el turismo ecuatoriano por parte de la partidocracia; las taras y vacíos de esta ley excluyente y elitista refleja una concepción primitiva del turismo; y la nueva propuesta de ley que está por pasar a segundo debate en la Asamblea es un refrito mal hecho de la vieja ley, mantiene sus vacíos, su divorcio con las nuevas formas en que los turistas buscan y reservan. No contempla el más mínimo rescate de la soberanía turística y tampoco cuenta con el aporte de los servidores turísticos visibles, menos  aún de los que lo son y ni ellos lo saben.

El presidente Rafael Correa poco a poco ha puesto orden en cada sector de nuestra economía que andaba desquiciado, desde el sector público, al petrolero, pasando por el educativo, el de salud, el vial, etc, etc, pero ya es hora de poner orden en el sector turístico que mantiene las lacras, negligencias y marginaciones  de la partidocracia, pero que nos hemos acostumbrado tanto a pensar que eso es turismo, que no vemos que el turismo es mucho más que los conceptos caducos que trae el nuevo proyecto de ley.

Debemos romper el molde y repensar, refilosofar qué es turismo en los tiempos actuales en nuestro país, recordando que es ahora a través del turismo más que de la diplomacia cómo un país se muestra al mundo, le invita a venir y se gana su respeto. Es mejor que la nueva ley de turismo quede para la próxima Asamblea. La proyección de Ecuador al mundo merece ser meditada.

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