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El Telégrafo
Simón Valdivieso V

Y el verbo quitar…

11 de febrero de 2022

Y el verbo quitar se acuñó en Quito. Es una frase que la escuché allá por la década de los 80 del siglo pasado de boca de un pariente que había estado en la gestión pública y ya tenía su edad cuando la pronunció al ser entrevistado por una periodista guayaquileña en la ciudad de Cuenca, justamente con motivo de la celebración de un aniversario más de independencia de nuestra ciudad.  ¡Qué cosas!, dice la abuela de la casa, porque se recordaba el gesto libertario y Cuenca no había aún cortado el cordón umbilical con el gobierno central.

Han pasado los años e inexorablemente debo dar la razón al familiar porque el centralismo absorbente es el signo de la administración pública en nuestro país, pese a que la Constitución de la República insiste en la descentralización. Pero la realidad es otra en el día a día, por lo tanto esa descentralización es una suerte de saludo a la bandera porque está en los labios de todos los políticos, incluidos los provincianos asentados en la capital, pero que a la hora de actuar les vence el centralismo.

Y es en que todo lado se cuecen habas, dice la sentencia popular. Recién nomás nos comentaron de lo que está sucediendo en el IESS cuando se ha dado una disposición administrativa de que los pagos por prestación de servicios en las otras ciudades del país se lo debe hacer desde ahora en la ciudad de Quito cuando era competencia de las direcciones provinciales. Entonces, ahí viene la duda y se afinca la cultura de la sospecha que es perniciosa, pues no hay razón alguna para actuar de esa manera. Ergo, el verbo quitar se acuñó en Quito.

De otro lado, en la Función Judicial, pasa lo mismo. En tiempos de la “metida a la mano a la justicia” —que aún no se logra sacarla— se imprimió esa frase perversa que dice  “planta central” y sin que se pueda quitar del quehacer judicial porque así están diseñados los formatos y los servidores judiciales los usan todo el tiempo; frase que nos lleva a insistir en que el verbo quitar se acuñó en Quito. Y es que para reasignar un proceso hay que pedir autorización a “planta central”; para llenar una vacante se consulta a “planta central” quien debe autorizar; y, para sortear al juez de la causa, hay que pedir permiso a “planta central”. Y así por el estilo sobrando las cuentas del rosario y los usuarios del sistema de justicia provinciano a la buena de Dios, insiste la abuela de la casa.

Pensando en voz alta y en la línea del gobierno del reencuentro, sería oportuno que el Presidente de la República, para mejor atender a las y los ecuatorianos, como expresión de descentralización, ubique ministerios en otras ciudades, incluso de esa manera tendría a su haber ciudadanos que quieren servir a la patria, porque en veces la movilización o desplazamiento impide contar con aquellas y aquellos que están en condiciones de estar en la función pública por los costos que implica ese desplazamiento.

Finalmente, en la línea de este pensamiento que se evidencia en las necesidades del resto de las ciudades del país, que le apunta a la descentralización como forma de gobierno para todos, es oportuno traer a la reflexión, y también penoso tener que decir que una muestra evidente del “centralismo” que vive el país desde hace fu de tiempo es que el pensamiento jurídico, el pensamiento político, que si no  es capitalino,  es porteño. Ecuador bicéfalo y todo porque el verbo quitar se acuño en la “carita de Dios”.

 

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