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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Venezuela: ‘sacudón revolucionario’

06 de septiembre de 2014

El presidente Nicolás Maduro, en una extensa presentación transmitida por Telesur, exhibió documentadamente los logros alcanzados en el decenio 1999-2009, en el cual, bajo la conducción del comandante Hugo Chávez, se pusieron las bases del nuevo país que se aspira a construir. Cifras que revelan el decrecimiento notable de los índices de pobreza y pobreza extrema, así como de los referidos al empleo y subempleo, son una respuesta contundente a  quienes pregonan el caos en que supuestamente está sumida Venezuela.

Maduro relató esos avances, obtenidos en medio de un ataque permanente de los círculos de la burguesía nacional, aliados con intereses foráneos, que llegaron al secuestro e intento de homicidio de Hugo Chávez en 2002. No ocultó el tremendo impacto que la enfermedad y fallecimiento del Comandante causó en el segundo decenio 2009-2019, en el cual debe consolidarse el proceso con la participación creciente del pueblo, al que felicitó por la forma en que pudo sobreponerse a la tragedia y continuar en el trabajo revolucionario.

A partir de su elección como Presidente, las dificultades se acrecentaron. Debió superar el intento de desconocer la legitimidad de los comicios y, a más de una campaña de desprestigio de la prensa nativa e internacional, las protestas callejeras violentas que pretendieron sembrar el caos, con saldo de muertos y heridos. Ahora enfrenta la nunca interrumpida escalada de una escasez de bienes, planificada con el objeto de restar el apoyo que su gobierno tiene en el pueblo venezolano.

La experiencia obtenida durante su mandato a través de un mayor acercamiento a la cotidianidad de la gente le ha permitido detectar errores y falencias, más allá de la cortina que a veces la burocracia interpone entre los mandatarios y las personas de a pie. Por ello ha resuelto, después de la realización de congresos del partido y de la juventud, así como de encuentros con sectores de mujeres, trabajadores, artesanos, campesinos, indígenas, dar un ‘sacudón’ al árbol revolucionario para reverdecerlo y energizarlo.

En ese propósito propone cinco revoluciones: la económica, básicamente enderezada a incrementar la producción y fundamentalmente la seguridad alimentaria, así como el desempeño financiero para contar con los recursos que el país requiere; la del conocimiento -que puede asimilarse al cambio en la matriz productiva ecuatoriana-, a fin de desarrollar con visión humanística la ciencia y la tecnología; la política, que continuará las transformaciones de las estructuras del Estado, superando los rezagos burgueses y construyendo las del futuro socialista; la de las misiones: educativas, de salud, vivienda, seguridad social, a fin de completar y mejorar la atención de los problemas de los diversos sectores sociales; por último, la del ecosocialismo territorial, que procurará la efectiva incorporación de los sectores populares hasta lograr que se empoderen del proceso en forma real.

Venezuela se enfrenta a nuevos retos con energía y fe renovadas en su justa causa.

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