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El Telégrafo
Melania Mora Witt

¿Venezuela demonizada?

11 de julio de 2015

En las protestas callejeras que el país vivió, dirigentes de la oposición dijeron en forma grandilocuente que no querían que Ecuador se convierta en ‘otra Venezuela’. Desde sectores identificados con la derecha, se portaban carteles con similares leyendas.

Tales proclamas se daban no solo entre nosotros, sino a nivel internacional. Felipe González apareció en las calles de Caracas para defender a dos líderes de la burguesía, que guardan prisión acusados de  participar en la preparación de un golpe de Estado contra el Gobierno de ese país. A su regreso a España, hizo declaraciones que señalaban a Venezuela como un Estado fallido. Se ha hecho corriente por parte de políticos de variada catadura mencionar al país bolivariano en tono burlesco, caricaturizando a su presidente al repetir anécdotas ofensivas contra él. En Europa se menciona en forma despreciativa, no exenta de resabios coloniales, cuanta noticia provenga o se refiera a la cuna del Libertador.

Este clima de opinión contrario no es nuevo. Desde los años de Chávez hubo por parte de la prensa escrita y televisada una furiosa ofensiva que solo puede explicarse por la amenaza que la presencia y accionar del Comandante representaron para los intereses de los círculos de poder. Después de la caída del socialismo ‘real’, frente a un ascenso de la ideología neoliberal que parecía imparable, Hugo Chávez significó la posibilidad de un cambio radical, no solo para Venezuela sino para sus vecinos. Nuevos vientos de solidaridad unieron a los pueblos alrededor de Petrocaribe y otros proyectos aún en construcción. Pero sobre todo, Chávez revitalizó el viejo sueño de la integración regional, para actuar con la fuerza que da ser parte de un bloque de naciones frente al resto del mundo.

La ofensiva mediática fue feroz, impulsada por la reacción interna y externa que llegó al golpe de Estado de 2002, en el cual se vivió el hecho inédito del rescate del líder por el pueblo civil y armado, ante cuyo empuje los golpistas huyeron despavoridos. El lamentable deceso del Comandante alentó a sus detractores que consideraron llegado el momento de recuperar su hegemonía. Iniciaron una guerra contra el nuevo presidente al que desdeñan por su origen popular y apelan a toda suerte de armas: violencia en las calles; guerra económica; desabastecimiento programado; olas de rumores; intento de golpe de Estado con participación de algunos miembros de las Fuerzas Armadas.

Desde Colombia, los seguidores de Uribe alientan todas las patrañas y, en España, políticos y prensa se unen contra lo que denominan ‘populismo’, referido a gobiernos progresistas latinoamericanos. Por último, el nuevo gobierno de Guyana acusa a Venezuela de agresión por los reclamos hechos respecto a la zona de Esequibo, tras de lo cual está la Exxon que busca petróleo en esa parte de la franja del Orinoco. El acoso es total.

El presidente Maduro dijo que Venezuela es tierra de libertadores, y que ese pueblo solo salió de sus fronteras para darnos la independencia. Paguemos esa deuda defendiéndola. (O)

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