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El Telégrafo
Esteban Ávila

Vencedores, vencidos, dignos

11 de julio de 2021

Hubo magia en Maracaná. Y no porque la final de Copa América entre Brasil - Argentina haya sido parecida al ballet o al nado sincronizado. Todo lo contrario. Fue un partido rasposo, duro, disputado hasta que el cuerpo a cuerpo se hizo reiterativo.
La magia sucedió en la premiación. Demasiadas emociones juntas en tan pocos minutos. Empiezo por el pundonor de los derrotados, cuyo dolor debe ser el doble de fuerte porque perdieron en su casa, en pleno -inconcluso, por cierto- proceso por sanar las heridas del Mundial 2014.

Brasil se quedó sin la Copa América que, supuestamente, estaba organizada para que ellos la ganen. Finalmente, caen 0-1 y, listo, no hubo histeria. Las lágrimas en los ojos no nublan lo que hay que hacer: ponerse de pie, recuperarse y, aunque pese en el alma, ir a la tarima y recoger las medallas de Plata. No hay un vuelo "de urgencia" por tomar, menos el ánimo desafiante y bacán de un dirigente ardido que impida cumplir con lo correcto.
Y el mejor escenario para esa premiación fue la calle de honor de los argentinos, vencedores por partida doble. Nada de mandarlos a que "lo miren por TV" a los brasileños. Lionel Messi y su tropa se formó para aplaudir a sus rivales. Doblemente ganadores por esta grandeza fueron los argentinos.

Luego, el momento soñado por la legión de fanáticos de Messi. Argentina, tras 28 de traspiés, se alzaba con una Copa América que la fue ganando poco a poco en las canchas brasileñas. ¿Algún vivísimo apaga las luces de Maracaná? No. ¿Se cae la tarima mal armada al apuro? Tampoco. ¿Otro más vivo prende los aspersores de agua de la cancha durante el festejo? Menos. Hay grandeza, hay respeto, hay deportivismo.

Tras los ritos protocolares, vencedores y vencidos se confunden en un abrazo. No hay miradas desafiantes, tampoco provocaciones. Hoy gana Argentina, mañana será Brasil. Pero el espíritu que mueve al deporte, ese que congrega a toda la humanidad alrededor de una actividad física, está ahí y nos emociona por su dignidad y pureza.

Suficiente clase de juego limpio tuvimos como para que alguno por acá se haga el desentendido. Ganar o perder es una variable hasta del destino. Saber cómo desempeñar el papel de vencedor o vencido es una tarea aún pendiente para ciertos "grandes" del rubro local. Ojalá que hayan visto algo más que el gol de Ángel Di María.

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