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El Telégrafo

Universidades y Ph.D.

03 de septiembre de 2012

La atención al sistema educativo, la preocupación por su calidad, becas, capacitación y amplia cobertura poblacional (incluyendo gratuidad) son logros indiscutibles del gobierno del presidente Rafael Correa. También cabe destacar la decisión para superar la mercantilización privada de la educación, que incluyó el cierre de universidades con evidentes pobrezas académicas.

Sin duda es necesario ubicar las reacciones provocadas por las reformas al sistema educativo: hay eternos interesados en devaluar y arremeter contra todo lo que hace el gobierno; también afectados con el fin de la mercantilización educativa, que se “defienden” en función de los intereses perdidos; y no faltan políticos y opinadores de ocasión que “analizan” el tema educativo desde lo que llaman “sentido común”. Así no son las cosas.

Ecuador se halla en un nuevo ciclo histórico en el contexto latinoamericano. De manera que los cambios en el sistema educativo rompen y cuestionan una serie de antiguos valores, principios y sistemas. Como siempre, toda transición histórica genera polarizaciones, desacuerdos y, sin duda, reacciones.

Pero también hay cuestiones que se han dogmatizado, sin razones valederas. Porque en educación hay experiencias mundiales y latinoamericanas que tampoco pueden desecharse por el puro afán de renovación. La Ley de Educación Superior trajo avances, pero también contiene normas cuestionables. El reglamento que se viene tiene asuntos francamente limitados, que ya han merecido los reparos de varios rectores y académicos que conocen del tema.

Uno de ellos es el relativo a los títulos de Ph.D. El principio es correcto: los profesores universitarios deben alcanzar este nivel. Eso no es cuestionable. El eje crítico radica en el dogmatismo con el que se ha tomado el tema, que ni siquiera se maneja así en las universidades del exterior y que, entre nosotros, ha descuidado la equiparación para profesores antiguos, desmerece experiencias internas y comete injusticias con docentes de edades mayores.

Cabe un ejemplo: la Pontificia Universidad Católica del Ecuador manejó, desde hace años, cinco doctorados en: Ciencias de la Educación, Filosofía, Historia, Literatura y Biología. Sus títulos todavía no han sido reconocidos en el cuarto nivel. Se han impuesto celos académicos, informes burocráticos y prejuicios. Sin embargo, son doctores de la PUCE los que han brindado al país logros académicos y científicos que rebasan la simple titulación de Ph.D.

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