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El Telégrafo
César Hermida

Universidades, CES, Senescyt, Ceaaces

26 de abril de 2014

Todas las universidades, públicas o privadas, tienen preocupaciones sobre algunos contenidos de la Ley de Educación Superior, o sobre ciertas disposiciones o procedimientos de su función o su evaluación. El Consejo de Educación Superior (CES), la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt) y el Consejo de Evaluación, Acreditación y de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Ceaaces) deberían mantener espacios y mecanismos de diálogo y debate para escucharlas, responder preguntas y explicar la planificación de las nuevas universidades públicas: Yachay de Ibarra, UniArtes de Guayaquil, Ikiam de Napo, UNEducación de Azogues.

Son múltiples las observaciones. Por ejemplo, el número o porcentaje de doctores o PhD en las universidades de investigación y enseñanza. Es obvio que las universidades de posgrado dispongan del porcentaje requerido, pero parece un absurdo homogeneizarlas con aquellas de pregrado y esperar que logren el porcentaje cuando tienen cientos y hasta miles de profesores para afrontar la realidad de las concurridas carreras profesionales. No es dable que estas asuman solo la enseñanza, cuando la investigación es vital y también disponen de posgrados para realizarla. Dichos porcentajes, por ejemplo, deberían referirse exclusivamente al universo de docentes de posgrado.

Otro ejemplo, en el campo evaluativo, se refiere a que estas exigen cierto número de metros cuadrados o cierto número de libros de texto, por estudiante. Parecería que los ejemplos anteriores aluden a cursos con decenas de alumnos, pero cuando se trata de cientos o miles de ellos, ni el espacio ni el libro, para cada diez estudiantes, tiene sentido. Peor para los libros, en un tiempo de consultas electrónicas. Está bien vigilar los espacios para los docentes, pues los requieren para las tareas de reuniones e intercambios, y oficinas para diálogos, archivos y otros. Incluso los alumnos los requieren, pero las razones o porcentajes deben ajustarse a la realidad local.

El campo de la medicina exige otras consideraciones, pues su ejercicio, como en otros casos, no es exclusivamente cognoscitivo, por lo que es inapropiado pedir similares porcentajes de PhD. Las especialidades médicas exigen muchos años, por lo que deben recibir los privilegios de los PhD, no solo de las maestrías que se cumplen en tiempos menores. Estos, y muchos otros, son temas de reflexión y ulteriores entregas.

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