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El Telégrafo

Unidad frente a la agresión

16 de agosto de 2013

La campaña de infamias montada por  la compañía petrolera Chevron en contra del Ecuador es una de las formas extraviadas e infernales con que los grandes imperios transnacionales construyen sus poderes omnímodos, gastando por millones su dinero, para insistir con sus tenazas canallas la pertinaz  tortura explotadora de tierras y de hombres y mujeres en el mundo subdesarrollado.

El nuevo orden internacional  -si es que alguna vez hubo alguno distinto- es solo la fachada grotesca  del capitalismo central de aquellos países superindustrializados, dispuestos a todo, con el objetivo único de mantener sus privilegios como naciones hegemónicas, que no cederán un ápice en sus proditorios fines de dominio, que nos exportan los atractivos nefastos del consumo con una pródiga sucesión de productos inútiles, pero jamás nos transferirán ciencia y tecnología, pues nos consideran súbditos y tributantes dependientes del automatismo del mercado.

La multinacional estadounidense que menciono es muy conocida en todo el orbe por sus dolosas  interpretaciones de la realidad de los conglomerados humanos, de las leyes que los rigen, de su historia; su manifiesta impudicia se soslaya con los jugosos estipendios que sufraga a estudios jurídicos y lobbies políticos y a monopolios de  medios de difusión colectiva en los dos hemisferios, que con tangibilidad  diabólica   solventan  las viciosas paradojas de su  poder tiránico.

Antaño  las antiguas potencias coloniales  obtenían el predominio de su banderas  con cañoneras, hoy los trust  petroleros disparan proyectiles de millones de dólares para  lograr dictámenes y laudos arbitrales que favorezcan a sus intereses que, inclusive, hacen palidecer la tenebrosidad del maniqueísmo. ¿Tal es su poder  para gozar de la impunidad absoluta en el planeta?

Hoy la transnacional Chevron en el anca del espíritu de la política del “gran garrote”, aspira a que las cortes  norteamericanas emitan un fallo  que le permita evadir el pago en la  querella en su contra de las comunidades amazónicas sometidas a la  jurisdicción  de los magistrados de  nuestra patria,  que se ventiló en un juzgado de la provincia de Sucumbíos con fallo favorable a los accionantes conocido por la sociedad ecuatoriana y buena parte de la opinión latinoamericana. Un ejemplo de cómo defender la dignidad  nacional por parte de una población organizada.

Mas en su menguada pretensión de endilgarle al Estado ecuatoriano el pago de la indemnización de 19.000 millones  de dólares que la justicia ecuatoriana sentenció debería pagar, Chevron acude al linchamiento mediático, y  por ello, huérfana en su imagen contrahecha de riqueza, frente a la justeza del veredicto, no le importa inventar evidencias y distorsionar certezas. Las señales malévolas de su accionar falaz están a la vista, sus propios portavoces lo reiteran, pero y a pesar del poderío avasallante de sus caudales y los arbitrios abusivos de sus  jueces, el pueblo ecuatoriano, liderado por Rafael Correa, henchido de fe y de fortaleza, sabrá dar  batalla, y triunfar.

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