Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Una respuesta a Alejandro Moreano

29 de octubre de 2013

El reciente escrito de Alejandro Moreano titulado “Que se vaya” es un análisis que ha tenido un cierto éxito en varios ambientes de la izquierda, resultando atractivo incluso para muchos que, sin haber coqueteado anteriormente con Acosta, no han digerido del todo las últimas decisiones relativas a Yasuní y aborto.

La tesis principal de Moreano es que no podemos leer el rumbo del régimen a través del prisma del análisis caracterial del Presidente. Citando a Gramsci, por un lado relega el aspecto caracterial del Presidente a la categoría marxista de mediación, y por el otro vuelve a colocar las estructuras económicas al centro de la problemática. Propone así la clásica dicotomía base/superestructura: la primera, es decir la economía, determina en última instancia lo que sucede en la segunda, correspondiente a la política, la cultura, las artes, etc. Se deriva, por lo tanto, que el gobierno de Correa actúa acorde a lo dictado por el capital (o algunas de sus fracciones), es decir, según sus exigencias de acumulación, y que las demás manifestaciones -como por ejemplo el “estado policíaco” o la designación de Glas- son simplemente atribuibles a necesidades estructurales. 

Moreano cita a Gramsci como si fuera un marxista “vulgar”, a lo Kautsky, sin tomar mínimamente en cuenta que fue gracias a él que el marxismo empezó a despojarse del esencialismo. El problema de fondo de este análisis es que interpreta la realidad mecánicamente a través de leyes supuestamente científicas, como si la historia estuviera permeada por una esencia; una idea que Gramsci rechazó rotundamente al recordar que no existe una objetividad social y subrayando el papel jugado por la voluntad humana. El pensador italiano plantea una relación orgánica y compleja entre base y superestructura, lo cual es el preludio a la posibilidad de prescindir de esta topografía de lo social. 

¿Cómo interpretar los últimos acontecimientos, entonces? Postulando la autonomía de la política, comprendiendo que las contradicciones y las identidades son realmente tales solamente en un contexto discursivo y articulador que las politiza. En este marco, se registra la, sin dudas, problemática expulsión de dos significantes con potencial emancipador de la cadena de equivalencias que la Revolución Ciudadana había logrado incorporar. Aun teniendo un margen de holgura considerable, la hegemonía de la cual goza el régimen podría verse amenazada si se siguen sacrificando elementos, especialmente los que generan amplia identificación. En tal sentido, es menester que dentro del oficialismo se defienda una institucionalidad que permite que la pluralidad de visiones se procese “agonísticamente”.

El riesgo es, contrariamente a la profecía de Moreano, que se fortalezca la derecha, y no la izquierda radical, cuya capacidad de representar y articular a los diferentes antagonismos es extremadamente limitada.

Contenido externo patrocinado