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El Telégrafo
Magno Marriott Barreto

Una proclama de libertad: 9 de octubre de 1820

02 de octubre de 2021

En la mañana del lunes 9 de Octubre de 1820 y en Cabildo abierto, el pueblo de Guayaquil congregado en la Casa Consistorial, proclamó su Independencia Política frente a España; eligió al Ilustre Doctor José Joaquín de Olmedo, Jefe Político y Jefe Militar al Coronel Gregorio Escobedo. La Junta de Guerra fue presidida por el Coronel Luis Urdaneta.

Acto seguido se suscribió el Acta de Independencia, primer documento libre surgido de la Revolución de Octubre.

El Doctor Olmedo, por bando, se dirigió al pueblo de Guayaquil a través de una inspirada Proclama: “El hermoso estandarte de la Libertad, tremola hoy en todos los puntos de esta Plaza. Un orden sin igual ha sucedido en la mutación de Gobierno. Ningún crimen ha manchado el alma generosa de los hijos de la Libertad”.

Es el segundo documento que surge de la pluma y el espíritu superior de Olmedo.

El 10 de Octubre de 1820 el Ayuntamiento Libre de Guayaquil, emitió una comunicación dirigida a Su Excelencia Lord Cochrane, Comandante en Jefe de la Escuadra Libertadora de Chile, la cual establece lo siguiente: “Excmo. Señor: Al amanecer el día 9 brilló para nosotros la aurora de la libertad. El pueblo, unido a las tropas de esta plaza, ha proclamado la Independencia de esta Provincia. Ni una sola gota de sangre ha salpicado el estandarte de la libertad. Nuestros puertos, como nuestros brazos, están abiertos para nuestros hermanos y amigos que deben ayudarnos a mantener nuestra resolución, que se ha realizado, no con tumultos ni muertos, sino como una fiesta pública. Reciba V. E. los sentimientos de respeto, amor y gratitud de toda esta Provincia. Sala del Ayuntamiento de Guayaquil, 10 de Octubre de 1820 y I.° de su Independencia. José Joaquín de Olmedo. José Ramón de Arrieta, Secretario.”

Los sucesos de la noche del 8 y madrugada del 9 de Octubre de 1820 si exigieron una gota de sangre: El Comandante Magallar y 8 hombres de la guarnición del Escuadrón Daule, así como los soldados que defendían el Fuerte de San Carlos frente al ataque de los Guayaquileños, ofrendaron sus vidas por los pendones del Rey.

Sin embargo, al amanecer y la mañana del 9 de Octubre de 1820 en Guayaquil “todo era júbilo, animación, entusiasmo y delirante alegría”, como afirma el gran historiador Camilo Destruge en su inmortal obra “Historia de la Revolución de Octubre”.

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