En 1977, ochenta y nueve países estaban gobernados por dictadores, hacia 2011 la cifra había bajado a 22. Hoy, más del 50% de la población mundial vive en democracia.
Los datos disponibles, desde que se compilan estadísticas, permiten afirmar que entre 2000 y 2010 la humanidad tuvo su mejor década. Y es que el progreso económico mundial se ha multiplicado por cinco desde 1950. Y por primera vez en la historia, la proporción de personas que viven en pobreza extrema cayó por debajo de la mitad.
No sé si debemos decir que se trata de un cambio de época o una nueva era, pero el mundo de hoy ya no es igual y lo que está pasando es apenas el comienzo de una profunda transformación con impacto múltiple en todos los ámbitos.
Que en la Iglesia católica se haya producido por primera vez la renuncia de un Papa, que se declaró incompetente para enderezar el rumbo de la Iglesia que fundó Pedro hace más de dos mil años, indica algo en sí mismo trascendental.
En 1960, Brasil solo contaba con un 5% de la población que no profesaba la religión católica, ya en 2006, solo los que se confiesan pentecostales y carismáticos llegaban al 49% de sus habitantes; y, en Guatemala, estos llegan al 60%. Quizás esto explique el que por primera vez en la historia sea de Latinoamérica el sumo pontífice de los católicos.
Que Francisco I haya dicho y tomado decisiones que remueven milenios de dogmas fundacionales, no dejan dudas sobre los momentos de cambios que estamos viviendo los cristianos.
En otro orden, si bien las empresas multinacionales hoy tienen más ganancias, la influencia de los empresarios es mucho menor en la toma de decisiones.
Se está produciendo un cambio en la naturaleza de las empresas que relega a las grandes corporaciones y da espacio a empresas de menor tamaño con mayor rentabilidad y eficiencia.
Al mismo tiempo, se constata cómo se forman alianzas comerciales de países en vías de desarrollo que prometen cambios en la correlación de poder en la geopolítica del orbe, como es el caso del Brics, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
China se va erigiendo como potencia económica y América Latina, superando sus dependencias históricas, sorteando a base de ingenio la crisis que mantiene en recesión a los europeos y japoneses, labra a paso firme su camino al desarrollo para revitalizar a la convaleciente economía mundial.
Por otro lado, hoy es posible ganar una guerra donde la fuerza militar y el poder de fuego no son lo determinante.
Un estudio realizado en la Universidad de Harvard determinó que entre 1800 y 1849 el bando más débil había ganado en el 12% de los conflictos bélicos. Por el contrario, entre 1950 y 1998 las naciones del bando más débil habían ganado los diferendos en el 55% de los casos.
Hay a la vista grandes progresos en muchos órdenes, que pareciera señalarnos que hay un mundo en decadencia, pero hay otro ‘poder’ que emerge silencioso y promete ser mucho mejor de lo que actualmente está en crisis.