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El Telégrafo

Una cita de Einstein

07 de diciembre de 2013

Pitágoras, como Jesús o Sócrates, era un maestro oral. Temía que la escritura de las palabras traicionara el sentido. Creía que el tiempo vuelve cíclicamente, como se lee en el texto de Borges. Se sabe que desde tiempos antiguos los humanos se dieron a la permutación con los números. Una historia de múltiples voces es la que refiere al número ‘cero’, conocido como el vacío.

Múltiples sectas se han formado para interrogar el arte de la numerología y otras han encontrado, como en la cábala, la explicación de Dios. Pitágoras, en los tiempos de la arena, entendió el significado de este arte. Ahora, la física  trata de probar que no existe el tiempo, que también está lleno de números. Que lo que llamamos tiempo es una invención y que -de cierta manera- el lector que está leyendo estas líneas es otro para el momento que las termina. Que el primero sigue existiendo, pero en un universo paralelo.

Albert Einstein procuró encontrar la Teoría del Todo (TdT), pero fracasó, pues era incapaz de aceptar el carácter aleatorio de la teoría cuántica.Lamentablemente, nuestros profesores de matemáticas y especialmente de física son los culpables de que odiemos estas materias (lo propio hacen los de literatura para que odiemos los libros). En mi caso, pude recuperarlas leyendo a Stephen Hawking, aquel que profesa la teoría de los agujeros negros y los caminos que se bifurcan, que después entendí desde la literatura.

El Santo Grial de la física moderna es una Teoría del Todo (TdT) que combine la relatividad y la teoría cuántica (que dice que el universo, en su nivel más profundo, opera en forma indeterminada) en un solo paquete; un conjunto de ecuaciones que explique la totalidad de los fenómenos que ocurren en el universo, desde la Gran Explosión (Big Bang) hasta los átomos de los que estamos hechos.

Albert Einstein procuró encontrar la TdT, pero fracasó, pues era incapaz de aceptar el carácter aleatorio de la teoría cuántica. “No puedo creer que Dios juegue a los dados con el cosmos”, señaló en una ocasión.

Hawking fue más lejos, al rebatir la famosa frase de Einstein dijo: “Dios no solamente que juega a los dados con el universo, sino que a veces los arroja a donde nadie puede verlos”.

Pero retornando al tiempo, Einstein proclamó: “Cuando cortejas a una bella muchacha, una hora parece un segundo. Pero si te sientas sobre carbón al rojo vivo, un segundo parecerá una hora. Eso es relatividad”.

Y también dijo:  “La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez”. Esto nos devuelve nuevamente a los pitagóricos y al poema La noche cíclica de Borges: “Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras: / los astros y los hombres vuelven cíclicamente; / los átomos fatales repetirán la urgente / Afrodita de oro, los tebanos, las ágoras”...

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