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El Telégrafo

Un secreto a voces

26 de junio de 2013

Hoy, que se está democratizando la información y existe la decisión del Gobierno de descubrir quiénes mataron al presidente Roldós, y un pueblo que lo respalda, conviene recordar qué significó ideológicamente su elección, dentro del nuevo contexto político ecuatoriano, engendrado por las transformaciones económicas resultantes  de la explotación petrolera.

Hombre sencillo, democrático, con una visión política antiimperialista, asumió el poder después de diez años de dictadura, en 1979. Con el eslogan “La fuerza del cambio” alcanzó la votación más alta que haya logrado un presidente hasta ese entonces. Es que Jaime Roldós representaba las nuevas ideas en el combate de dos momentos determinados del devenir histórico: lo viejo y lo nuevo. El pasado, con su corrupción e injusticia; el presente, con la esperanza. Nuevo, hoy, esperanza, sinónimos de democracia y progreso.

En la obra que publicamos en 1983, “La mujer: Dura lucha por la igualdad”, expresamos que, desde el primer momento en que se produjo el sospechoso accidente, de inmediato voces acusadoras señalaron a la CIA, por cuanto existieron causas suficientes para que  deseara su desaparición física. “La Carta de Conducta” que él inspiró fue la principal. Acusación que ratificamos en nuestro artículo “Roldós, su Carta de Conducta lo mató”.

Roldós se había convertido en un obstáculo para los que no admitían los cambios sociales, de ahí  se presume que su muerte  fue un crimen políticoEl plan genocida denominado “Plan Cóndor”, constituido en Chile en 1975, con el propósito de exterminar la “subversión marxista”, bañó de sangre el Cono Sur americano. Representó la “internalización” del terror por parte de los militares latinoamericanos, para garantizar al imperio norteamericano un traspatio seguro en la región.

Otro de los móviles para presumirlo fue su enfrentamiento a las compañías petroleras norteamericanas. Su afán de que los beneficios del petróleo fueran disfrutados por la mayoría de los ecuatorianos lo había expresado pocos días antes de morir: “…Nosotros debemos tomar medidas efectivas para defender los recursos energéticos de la nación… Nuestra decisión será inspirada solamente por los intereses nacionales y la irrestricta defensa de nuestra soberanía nacional”.

Por supuesto, las transnacionales desataron una feroz campaña ideológica de desprestigio en su contra, pues se había convertido en un obstáculo para los que no admitían los cambios sociales operados en el mundo.

De ahí que se presume que la muerte del abogado Roldós fue un crimen político. Mucho tiempo se ha tardado para investigar su muerte. Cuáles fueron sus autores intelectuales y encubridores.

Ojalá no se detenga hasta lograr su total esclarecimiento y sancionar a los culpables.

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