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El Telégrafo

Un pequeño respiro

07 de septiembre de 2012

El pico de la Convención Nacional Demócrata fue, sin duda, el discurso de Michelle Obama. Todo los que vimos ese recuento íntimo y personal de la primera dama entendemos que acaba de ganar algunos adeptos para las intenciones presidenciables de su marido.

El sueño de todo director de campaña, Michelle Obama obtuvo una ovación de pie cuando terminó un discurso armoniosamente construido entre lo profundamente humano y sutilmente político; una exposición de dudas personales aclaradas por la convicción que tiene en la idoneidad de Barack Obama para ser reelecto.

Aquellos que creemos en la necesidad de una reestructuración global, comenzando por la unilateralidad hegemónica de los Estados Unidos, no podemos ser ajenos a estos procesos electorales. A pesar de esa búsqueda, aún tibia, de diversificar nuestros mercados y cambiar las relaciones de poder, debemos estar conscientes de que cualquier cambio político en EE.UU. afectará directamente al más de medio millón de ecuatorianos que viven en ese país e indirectamente al resto del mundo, especialmente si vives en Medio Oriente o practicas el islam.     

Entonces, cuando uno escucha a Michelle Obama hablar sobre el país que viene construyendo Barack, uno ve un hálito de esperanza en el futuro de nuestros compatriotas. Especialmente si uno compara este discurso con la intervención de Clint Eastwood en la Convención Nacional Republicana, donde despotricó contra una silla vacía generando preocupación por su salud mental, al igual que por la de aquellos que lo aplaudieron vociferando: Romney for president!

Claro que el discurso de Michelle no dejó de tener sus exageraciones. Habló sobre la creación de empleos durante los primeros cuatro años de presidencia de Obama, que permitirán mantener y criar una familia (como lo hicieron sus padres). El 60% de los empleos creados durante la administración de Obama fue de empleos de baja remuneración en sectores de retail y comida rápida.

Y a pesar de su Premio Nobel y su intento fallidísimo por intentar un acuerdo de paz entre Israel y Palestina, la política internacional de la administración Obama ha sido bastante deficiente, si tomamos como ejemplo Siria, Bahréin, Afganistán y la inevitabilidad de un eventual conflicto armado contra Irán.

Pero en la coyuntura internacional y, a pesar de los errores, creo que sería fatal para supervivencia de la especie que un candidato como Mitt Romney sea presidente; los inevitables se convertirían rápidamente en realidades. Con todas las apuestas a su favor y la aprobación de Bill Clinton, Barack Obama le da un pequeño respiro más al mundo.

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