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El Telégrafo

Un lustro de victorias y realizaciones

13 de enero de 2012

En el  último quinquenio, el territorio nacional  ha sido testigo veraz y espacio continuo  de las transformaciones que se realizan  en su seno, no solo en el terreno material  del esquema del Estado  y de la estructura social, más bien y  por sobre todo  en  las palpables modificaciones del espíritu de la nación.

A partir de una visión de libertad,  justicia y progreso, el régimen de la Revolución Ciudadana ha logrado notables mutaciones  en el entramado de la  realidad  política e institucional  y  en  la  construcción de  obras fundamentales,  infraestructura de salud, educacional, vial, cultural, de  hidroeléctricas; también en  lo financiero, en la seguridad interna y externa, en las relaciones internacionales, en la producción  y el comercio.

Los consecutivos triunfos electorales y el afianzamiento cada vez mayor del presidente Correa, como líder nato de un  pueblo, que hace apenas cinco años  lucía abatido, desesperado y doliente por su infortunado destino, que se sentía vencido en todo menos en la esperanza, convierten  su ejercicio gubernamental  en uno de los más importante de nuestra historia contemporánea, solo comparable a los del general Eloy Alfaro.

Pero, entendámonos, el proyecto innovador de Alianza PAIS, para modificar la configuración socioeconómica  de la República, con respecto al viejo orden burgués y a sus enfoques, tanto en el marco político como en el de las relaciones ciudadanas,  puede llegar a las metas de la excelencia, en la medida  que  las masas populares  se alejen cada día más de los cantos de sirena  y de los aires viciados de la partidocracia  y del nihilismo de los grupúsculos de una seudoizquierda  resentida y siempre derrotada, que gozan del favor, los espacios y aplauso de la autodenominada prensa independiente.

Aunque debemos asumir que la irreversibilidad de las cambios  revolucionarios será posible en la medida  que se desarrolle un proceso  sostenido de organización   de la tendencia gobernante  actual, no debemos desdeñar la fuerza telúrica del conglomerado social  para defender su gobierno, demostrado el  fatídico 30 de septiembre del año 2010. La reelección presidencial de Rafael Correa Delgado es necesidad  sentida y patriótica.

El panfletismo de pocos parlamentarios oposicionistas, oprobioso y repugnante, que anticipa la degeneración de la práctica política  a niveles de albañal  en el año electoral que se avecina,  presagia  un discurso opositor de arrabal, pero ello   no deberá ser un obstáculo para la futura campaña electoral, pues la actitud  rival demostrará lo que Einstein  decía: “La inteligencia tiene límites;  la estupidez, ninguno”. Las gentes honradas de pensamiento y acción, a estar listos y en alerta frente  a la agresión futura.

El énfasis retórico de este artículo, que tal vez para algunos pueda sobrepasar  la objetividad siempre necesaria en estos menesteres, realmente expresa  la exigencia de romper  la corteza cognitiva de unos cuantos con el cincel de la verdad, y así evitar que sucumban con  fría  indefensión   los crédulos y sencillos individuos comunes  frente al nefasto y cotidiano rito de falacias  y vituperio de la mediocracia.

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