Monumento, palabra proveniente del latín monumentun, que significa recuerdo, es una obra artística construida con el objetivo de mantener la memoria de un personaje o de un acontecimiento histórico. En estos días esta palabra no ha cumplido con su significado; por el contrario, nos ha llevado a ver actos repudiables como agresiones físicas, amenazas por pensar diferente, hasta el absurdo de lanzar monedas, pretendiendo con ello demostrar su superioridad económica.
Cuando en nuestro querido país debemos debatir temas que coadyuven a mejorar las condiciones de vida de nuestros conciudadanos, a enriquecer el debate político y sobre todo a velar por el bien común y no por el particular, el debate actual nos lleva a referirnos a un monumento en particular.
Encontrar un lugar donde colocar un monumento de una persona a la cual se le quiere recordar por sus acciones públicas, nunca ha sido tan conflictivo como en estos momentos, me refiero a la estatua del Ing. León Febres Cordero, presidente del Ecuador durante los años 1984-1988 y alcalde de Guayaquil de 1992 al 2000.
Como alcalde su obra es reconocida en Guayaquil, donde pudo, según dicen sus seguidores, mejorar la ciudad, con un proceso de regeneración urbana, mejoramiento en el tránsito vehicular, adecuación en la recolección de basura y la construcción del Malecón 2000, entre otras obras.
Pero a su vez muchos ecuatorianos no podemos olvidar que en la época que asumió la primera magistratura del Estado ocurrieron cosas tan tristes para nuestra patria como: la aplicación de un modelo neoliberal extremo, sustentado en la explotación brutal del hombre, la naturaleza y la sociedad, o la represión de la que fueron víctimas las mujeres y hombres de la izquierda ecuatoriana, los sindicalistas, los maestros y estudiantes, los líderes indígenas y campesinos, actos que lo llevaron a ser condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Acaso nuestra memoria es tan frágil que no recordamos la desaparición forzada de personas, por grupos élites que decían combatir el “terrorismo”, y que igual les daba matar a niños o inocentes y que todavía nos preguntamos ¿dónde están sus restos?
No podemos admitir el adagio popular que nos dice “no hay niño feo ni muerto malo”, pues no tengo ni falta de memoria ni ganas de cambiar el concepto de una persona después de muerta.
Febres Cordero ha sido sin duda un personaje político muy controversial, y su figura no deja de marcar la política local y nacional, los hechos de violencia se continúan a nombre de su memoria y es quien ha hecho del barrio Las Peñas, la parte baja del Cerro del Carmen, un lugar al lado del infierno…..