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El Telégrafo

Un logro histórico

13 de noviembre de 2013

Estamos contentísimos: nuestra representante quedó tercera en la elección de Miss Universo. No cabemos en nosotros de la felicidad porque se supone que de nuestro país ha salido la tercera mujer más hermosa del mundo, suposición por demás ingenua. Paradójicamente, ha sucedido en noviembre, mes en el cual se celebra, cada vez más desapercibido, el día mundial de la No Violencia contra la Mujer.

Como en otros acontecimientos que  mueven las emociones de la gente, sería de esperar que esta semana y tal vez las siguientes se inunden de los típicos lugares comunes al uso en estas circunstancias, palabras y expresiones que no merece la pena repetir.

Como casi todo en este mundo de mercadeo insolente, lo que se pretende es promocionar una serie de marcas de productos de belleza  a nivel planetario.Lo que tal vez merece la pena repetir es que, sin afirmar estrictamente que en los concursos de belleza femenina se encierre cierto tipo de violencia, sí podríamos decir que resultan, por lo menos, reduccionistas. Reducen la complejidad del ser femenino a cuatro fotografías en diferentes tipos de traje: casual, traje de baño, típico del país y traje de noche, con el cual se hace la coronación de gala. Reducen la vastísima gama de atributos femeninos a la capacidad de poder verse bien, y este “verse bien” se entiende solamente desde la óptica occidental.

Para disimular tal reducción, plantean una serie de preguntas que pretenden apelar a la inteligencia o el conocimiento de las candidatas que optan por el título, pero todos sabemos que tales preguntas y sus respectivas respuestas son solamente un pequeño barniz que oculta las verdaderas intenciones del concurso, intenciones que ni siquiera pasan por resaltar la belleza de ciertas mujeres, sino, como casi todo en este mundo de mercadeo insolente, lo que se pretende es promocionar una serie de marcas de productos de belleza o similares a nivel planetario.

Porque: ¿no es hermoso el cuerpo de una mujer que levanta pesas y obtiene medallas en este deporte, aunque no cumpla con el canon de belleza establecido? ¿No son hermosas las manos de una mujer que las ha encallecido y señalado a fuerza de cocinar, lavar y planchar para sus hijos y su familia durante años? ¿No son preciosos los rostros arrugados de las mujeres que han vivido, han reído, han llorado y no se han avergonzado de dejar pasar los años sobre su piel sin pretender esconder lo que no es escarnio sino vida y experiencia? ¿Y no son hermosos los cerebros y los corazones de todas las mujeres de este mundo que han pensado, amado y sufrido sin sacarle el cuerpo a la vida y sus vicisitudes? ¿Cuál es su premio, entonces?

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