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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Un líder sin rival

09 de agosto de 2014

La oposición, en su angustia, con todos sus matices: oligarquía, partidocracia, casi extinguida, medios comerciales, rezagos de la derecha, banqueros, izquierdistas desubicados y más ambiciosos que convergen en estrategias, campañas sucias y agresivas contra el régimen de la Revolución Ciudadana, pretende como objetivo principal lesionar el liderazgo de Rafael Correa que se proyecta, invencible, más allá de 2017 por mandato masivo de los ecuatorianos y militantes de Alianza PAIS.

Los medios de comunicación, llamados erróneamente ‘independientes’ desde la era del Buen Vivir, convertidos en centrales políticas, azuzan a los escuálidos dirigentes de la derecha y a unos cuantos que acumularon mayorías de votos en las últimas elecciones, a unirse en un solo frente para competir en la todavía lejana lid presidencial. Siguen invocando la defensa de su libertad de expresión, olvidándose de que es un derecho ciudadano consagrado en los países democráticos, como Ecuador.

Los excelsos líderes abarcan sin límites una época y se mantienen, inalterables, guiando los cambios históricos, en la búsqueda incansable de soluciones en beneficio de las inmensas mayorías. La guerra mediática desatada contra el presidente Correa no cesa, pese a vergonzosas derrotas; mientras avanza, indetenible, el proceso de cambio, hasta la consolidación de los principios estipulados en el socialismo siglo XXI. El líder, como conductor social o político, se identifica por su convicción, afán de servir al prójimo, valentía y decisión por llegar hasta el sacrificio para terminar su obra, la redención de los pobres, de los que no tienen nada. Los aprendices o falsos guías sorprenden con ofertas y promesas, pero descubiertos en sus mentiras son borrados del escenario político y sepultados en el desprecio y el olvido.

Una oposición política altiva, incluida la prensa privada, contribuye a promover polémicas y debates de profundidad que conduzcan a formar corrientes de opinión para que los ecuatorianos aprendan a reflexionar, conocer la realidad y a no equivocarse en la toma de decisiones. Es que en el sector de la orilla opuesta sucumbieron supuestos líderes. Es inútil tratar de limpiar la imagen de un exmilitar derrocado por sus pactos indecorosos y engañar a quienes lo eligieron mandatario. No es acertado pretender engrandecer a un exbanquero, que desde ya se pronuncia contra el nuevo orden socioeconómico en favor de los menesterosos; ni colmar de elogios a manera de ruego a otros que se reconocen a sí mismos como dirigentes locales y eluden la contienda presidencial.

El líder de la Revolución Ciudadana ya no hace caso de la bullanga de los presentadores de noticias manipuladas ni a los comentarios agresivos; pero eso sí, no acepta la injuria y condena la conspiración. Comprende la desesperación de los medios; ahora no se puede practicar cambio de publicidad por apoyo al régimen, ni recomendaciones en la designación de autoridades y funcionarios.

Hoy se vive otro escenario, de justicia social, de respeto y de paz. Los delitos se castigan de acuerdo con la ley. Ya no rige la impunidad, por eso los cobardes huyen. El liderazgo de Rafael Correa es reconocido universalmente. Su labor se traduce con transparencia, su gran obra física y la preparación académica gratuita de los futuros conductores de la patria. Hoy el pueblo confía en la institucionalidad pública. El cambio avanza, y ahora los pobres no solo viven de esperanza, sino de una realidad.

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