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El Telégrafo

Un atisbo más

14 de septiembre de 2012

Continuando con mi reflexión de la semana pasada, donde ese impecable discurso de Michelle Obama dio atisbos de un futuro esperanzador, un cambio en el paradigma de la hegemonía brutal que ha sido el modus operandi de los Estados Unidos, en esta semana dos embajadas estadounidenses en Medio Oriente, la de Egipto y la de Libia, fueron atacadas por facciones islámicas extremistas.

Estas, según sus declaraciones, fueron provocadas por un video estadounidense abiertamente ofensivo contra el islam y su profeta Mohamed. Entre los muertos estuvo Chris Stevens, embajador en Libia, quien en 2011 ayudó a formar una coalición entre los rebeldes y la oposición libia que eventualmente asesinarían a Gadafi y tomarían el control en Trípoli.

Ahora, el saldo de Estados Unidos en Medio Oriente ha sido negativo. Desde una abierta xenofobia por parte de políticos activos (tanto republicanos como demócratas), contagiado a una sociedad paranoica y racista, hasta la hipocresía institucionalizada en un sistema que se cree salvador, juez y ejecutor de dictadores, de acuerdo a su provisión de petróleo.

En esa cruzada por imponer democracias al servicio de sus intereses, EE.UU. se ha ganado a pulso la aberración de hasta el más humanista de aquellos que habitan en una república islámica. Han, en el mejor de los casos, destruido cualquier tipo de respeto propio colectivo y la idea de soberanía en Medio Oriente.        

Y a pesar de esto, hubo una declaración de la embajada de los Estados Unidos en El Cairo, que mostró un lado más conciliador, más abierto. Llama la atención esa postura que “condena los continuos esfuerzos de individuos desadaptados de herir los sentimientos religiosos de musulmanes; como condena los intentos de herir cualquier creencia religiosa”.

Y luego lo que marca, si no en acción efectiva, sí en discurso como preludio a una nueva postura internacional: “El respeto a los derechos religiosos es un pilar de la democracia americana. Nosotros rechazamos firmemente las acciones de aquellos que abusan del derecho universal de la libertad de expresión para lastimar las creencias religiosas de otros”.

A pesar de esto, Mitt Romney, el candidato presidencial republicano, no tardó en desligitimizar las declaraciones de la embajada, acusándola de una disculpa ante los atacantes. Debemos recordar que los Estados Unidos nunca se disculpa. Y también que Romney está dando patadas de ahogado. Lo que hace, una vez más, sentir alivio de que las posibilidades de que él llegue a ser presidente de a poco se vayan diluyendo.

Los buques de guerra ya están en las costas de Trípoli. La respuesta de los Estados Unidos ha sido contundente. Y ha seguido la línea tradicional del belicismo norteamericano. Pero son esas frases, casi perdidas entre la madiatización conflictiva de un país demasiado cómodo con la guerra, que nos permiten pensar que hay alguien, aunque sea el menor de los voceros, que está dispuesto a poner la pluralidad delante del irracional patriotismo hegemónico.

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