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El Telégrafo

Un año prometedor

05 de enero de 2012

Se inicia un año prometedor, queridos lectores. Si continúan las tendencias esperadas y los esfuerzos emprendidos, tendremos un nuevo año de progreso, de crecimiento económico y de redistribución del ingreso. Y eso será muy bueno para el Ecuador y para los ecuatorianos.

Antes de la Revolución Ciudadana, el inicio de cada año venía acompañado por el temido “paquetazo” económico, de medidas de ajuste inspiradas en el recetario neoliberal y exigidas por el Fondo Monetario Internacional. Ahora, bajo un esquema de desarrollo autónomo y soberanía, vemos el futuro con esperanza y confiados en la llegada de días mejores.

Ha sido grato cerrar el año con la inauguración de nuevos hospitales, con una red vial cada vez más amplia y en excelente situación, con nuevos y modernos puentes que rompen los aislamientos impuestos por la geografía, con una creciente producción petrolera y buenos precios del crudo, con una reforma judicial que avanza rápido y con paso seguro, con un nuevo sistema de ingreso a las universidades, que garantiza equidad en el ingreso y eficiencia en el uso de los recursos públicos.

Igualmente grato ha sido vivir un fin de año sin mendigos en las calles y caminos, con la pobreza y la desocupación en retroceso,  con los enfermos y discapacitados bien atendidos, con la gente pobre henchida de una recuperada dignidad y una creciente autoestima.

En el campo internacional hay logros evidentes, entre los cuales están la promoción de la Unasur  y la Celac, la creciente vinculación con China y con las potencias emergentes (India, Irán, las dos Coreas), la solicitud de ingreso al Mercosur  y la cada vez mejor relación con los países vecinos.

No es menor el esfuerzo en cultura y patrimonio cultural, donde se multiplican las iniciativas para estimular la creatividad, las ferias del libro y los festivales artísticos y se han hecho inversiones nunca antes vistas para la recuperación del patrimonio nacional.

Sin duda, todavía falta mucho por hacer y mucho por corregir. Todavía hay bolsones de pobreza en el campo y la ciudad, hay una reforma agraria ofrecida e indispensable, pero que no acaba de despegar; hay unos planes de explotación minera que provocan escalofríos en mucha gente, hay una justicia que castiga con fuerza a los ladronzuelos de la calle, pero trata con benignidad a los grandes acusados de corrupción, como el señor Dahik.

Pero esas son tareas pendientes del país entero y no solo del Gobierno Nacional. Porque no podemos seguir esperando que todo nos venga dado desde el Estado, sino que tenemos que empoderarnos como ciudadanía para impulsar esta revolución, que es de todos, por los cauces que deseamos y hacia ese ansiado horizonte de patria altiva, soberana, progresista y justa.

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