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El Telégrafo
Rodolfo Bueno

Un americano atípico

17 de marzo de 2014

Para entender buena parte del conflicto de Ucrania basta con responder a 3 preguntas de las muchas que podrían formularse: ¿Hubo golpe de Estado? ¿Es neonazi el actual Gobierno? ¿Quién disparó a mansalva en Maidán? Para orientación se da unos pocos datos. Se responde la primera si se conoce que el 21 de febrero hubo un acuerdo entre el Gobierno y la oposición, para el que sirvieron de garantes la UE y Rusia, pese a lo cual la oposición de ultraderecha, sin respetar lo acordado ni la Constitución, se tomó el poder al día siguiente; para responder la segunda, hay que ver cómo actúan, escuchar las ideas que defienden y ver los símbolos nazis que portan muchos de los miembros del actual Gobierno; para la última, hay que escuchar la conversación entre Ashton, ministra de Relaciones Exteriores de UE, y Paet, su homólogo de Estonia.

También sirve de ayuda la opinión del exembajador de los EE.UU. en Moscú, Jack Matlock, profesor universitario de exquisita cultura que podría ser llamado el americano consciente, muy diferente del personaje de la novela “El americano impasible”, de Graham Greene, en la que se critica el intervencionismo estadounidense en el sudeste asiático.

Según Matlock, los rusos podrían con toda razón asegurar que a los norteamericanos solo les interesa la integridad territorial cuando la misma responde a sus intereses y que si les conviene, la ignoran. Eso hicieron en 1999, cuando en alianza con la OTAN arrasaron con bombardeos las ciudades de Yugoslavia, introdujeron tropas en ese país, lo destruyeron y crearon Kosovo en el mismo corazón histórico del nacimiento de Serbia, todo sin aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU.

Con respecto a ignorar la soberanía de los países del mundo, dice Matlock, Rusia puede recordarles la agresión a Panamá para arrestar a Noriega y acabar con el narcotráfico; la guerra a Grenada, dizque para proteger a norteamericanos que nunca fueron amenazados por nadie; la invasión a Irak con el pretexto de las inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam Husein; el asesinato de cientos de inocentes en múltiples países, con ayuda de drones. En otras palabras, concluye Matlock, el respeto a la soberanía y la integridad territorial puede ser visto por el mundo como la pretensión de los EE.UU. a un derecho especial, que los demás países no poseen.

Sobre Grenada, dijo Reagan: “No pedimos la autorización de nadie y actuamos como creímos necesario”. Pretendieron superar así el síndrome de Viet Nam, lo que es una vergüenza si se compara Grenada con los EE.UU.

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