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El Telégrafo

Último suspiro de la derecha

03 de agosto de 2013

El pueblo que padece en el aislamiento y el abandono, ya no cree en cuentos, sino en realidades y en soluciones a sus problemas. En una gigantesca propaganda de la Municipalidad de Guayaquil como pretendiendo ocultar la desgracia de los que no tienen nada, el Alcalde entrega en fecha estelar un poema a la ciudad: Es Guayaquil la dueña de nuestro destino  y la capitana de nuestras almas. “Es Guayaquil ciudad de todos, donde nadie sobra. Es Guayaquil, himno, escudo y bandera; bandera celeste y blanco, que es más que la vida misma y más que la misma muerte”.

Es la lira seductora  del último representante de la derecha y de la burguesía de este país. La oposición disminuida se anticipa, en su  angustia, al proceso electoral para la renovación de los gobiernos seccionales. Presiona a Jaime Nebot, con ímpetu todavía para retener el poder político del sector y así defender los intereses de sus aliados. Como no hay candidato que sustituya ya al burgomaestre, la “prensa independiente” para animarlo, por intermedio de un apresurado, lo califica el segundo líder nacional con proyección presidenciable cuando todos conocen sus dos derrotas como aspirante al solio presidencial. Se equivocan, Nebot es un dirigente cantonal y Rafael Correa, al momento, el único líder nacional.

El líder se forma por sus acciones, su lucha por los demás, su honradez, capacidad, amor a la humanidad, su esfuerzo y sacrificio por construir un nuevo país, libre de miseria, donde impere la paz y la felicidad de los pobres; Correa reúne esas cualidades y además la firme decisión de sepultar definitivamente a la partidocracia, acostumbrada a practicar el ocio y disfrutar del trabajo ajeno.

Como la oligarquía considera a Guayaquil su último bastión, se alista con furia a librar la batalla final y para ello presiona a Nebot, a aceptar un nuevo reto para defender el control municipal. Por lo menos, en nuestra urbe se vislumbra un ambiente preelectoral y se avizora una dura arremetida de la derecha conservadora dispuesta a entorpecer el proceso histórico de cambio. Es que la oligarquía de Guayaquil se refugia en la Alcaldía, como su última esperanza de recuperar espacio político. Invoca el amor  a Guayaquil y confunde el concepto errado de autonomía para engañar a la ciudadanía en la próxima lid electoral. A manera de respuesta Rafael Correa, expresa: “Los que amamos a la ciudad, trabajamos por ella, todos los días, no solo cuando las cámaras nos enfocan o se aproximan las elecciones municipales” “Es obligación y deber rescatar a Guayaquil de las manos de la oligarquía”.

A la vista de todos, el gobierno de Alianza PAIS avanza en el proceso de cambio bajo el liderazgo de Rafael Correa, dispuesto como lo está demostrando, a terminar con todas las formas de explotación que promueve el capitalismo en contubernio con la ya extinta partidocracia. Va quedando en el oprobioso pasado la injusticia, el atraco y el privilegio de unos cuantos. Es deber ciudadano apoyar el proceso de reivindicación y el derecho a un mejor modo de vida.

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