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El Telégrafo

Turismo politizado

19 de enero de 2014

Los candidatos a gobernantes seccionales usan el turismo como canal para ofrecer los disparates más descabellados y lamentablemente ya se está dando una tendencia en alcaldes y prefectos en funciones, a construir con dinero de las ciudades o provincias servicios turísticos mal concebidos o mal administrados.

Desde balnearios que funcionan en pésimas condiciones hasta diques y represas con aguas contaminadas, rotuladas pomposa y peligrosamente como ‘atractivos turísticos’, el país se va llenando de obras de gobiernos locales que alejan a los turistas o que hacen una pésima competencia a servicios que deben provenir del emprendimiento privado.

Dado que el turismo es entendido por la mayoría de ecuatorianos como fuente de trabajo, oportunidades e ingresos, inmediatos, seguros y a largo plazo, los políticos en campaña manipulan muy bien el tema y ofrecen obras y servicios para consumidores finales, cuando su papel primordial -en caso de ser electos- es la planificación, promoción, obras de beneficio social que generen emprendimientos privados y, sobre todo, regulación y control, esto último es el faltante en la mayoría de ciudades.

A mayor promoción, más turistas, más servicios, más negocios, más fuentes de empleo, más impuestos que recaudar, se supone ha sido el ciclo de crecimiento turístico que, acompañado de obras públicas recreacionales de uso social y cívico, que también atraen a los turistas, como parques, estadios y malecones, van convirtiendo a una ciudad en un destino turístico.

Hacer la competencia con dinero estatal a negocios y emprendimientos privados es actualmente una fórmula muy utilizada y muy efectiva para eliminar el turismo, debido al pésimo mantenimiento, desaseo, mala administración y, sobre todo, al mensaje que se da al sector privado, que el sector público puede ser su principal competidor, con dinero que no es suyo y a precios subsidiados o regalados, lo que obviamente origina un flujo de visitantes con poca capacidad de gasto y mínima autoestima que no le importa usar servicios de mala calidad y que en vez de dejar ingresos a la ciudad, dejan basura, por lo que los residentes, en vez de recibir ingresos por parte de los visitantes, terminan subsidiándolos, ya que son ellos los que con sus impuestos pagan la recolección de basura que deja un turista poco consciente.

El tema turístico también es atrayente porque permite gastar dinero en promoción donde el gobernante local se da modos para promocionarse.

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