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El Telégrafo
Guido Calderón

Turismo en compás de espera

21 de junio de 2015

La primavera árabe empezó con protestas que fueron minimizadas y a la larga desencadenaron confrontaciones armadas que abrieron espacios a grupos radicales fundamentalistas como Estado Islámico, que ahora intenta crear un nuevo país a fuerza de balas bendecidas por dirigentes religiosos, que convocan por Internet a jóvenes de todo el mundo  a ser mártires en una guerra santa que crece cada hora. Nadie imaginó jamás que lo que inicialmente se difundió como simples protestas callejeras contra poderosos regímenes se convertiría en un tsunami de violencia que no para de crecer y que por su brutalidad engolosina a la prensa internacional.

Egipto es un ejemplo de cómo en pocos años de 14 millones de turistas que recibía en 2010, este año tal vez alcance los 9 millones, perdiendo más del 35% de sus ingresos por turismo y agravando una crisis económica que crece con la represión que ahora reemplazó a la confrontación.

En todo el mundo el turismo es la actividad más sensible y la que primero se retrae ante las confrontaciones políticas y muestra al mundo una faceta que normalmente no se presenta en las ferias internacionales de turismo: la capacidad de tolerancia y de diálogo fructífero e inclusivo que tiene una sociedad.

En medios internacionales de toda tendencia se difunden noticias sobre protestas en Ecuador y varios gobernantes extranjeros han replicado acusaciones emanadas desde el  gobierno, sobre desestabilización, conspiración, grupos violentos, etc., que alarman al sector turístico mundial, lo que de inmediato ha puesto a Ecuador en compás de espera -que no será muy larga- y si en pocos días no regresan la paz y la amabilidad de los ecuatorianos que tanto hemos promocionado,  nuestro país será reemplazado con otros destinos, porque pocas personas se arriesgan a viajar a un país donde diariamente hay marchas, graves acusaciones y muy tristes realidades como afirmar que somos “uno de los países más desiguales del mundo” después de 8 años de gobierno.

Incluso si pronto regresa la calma, la misma que evidentemente  no será noticia mundial, supondrá muchos meses –y tal vez años-  de intenso trabajo y costosa difusión para que cambie la percepción internacional del país, bajen los niveles de alerta, el flujo turístico se recupere y avancemos en la meta de convertirlo en la primera fuente de ingresos del Ecuador, meta que por ahora se pospone no sabemos por cuánto tiempo.

Finalmente, la guerra informativa que hasta hace 10 años la ganaba quien tenía el control de los medios de comunicación, ahora tiene a varios millones de nuevos actores que a través de las redes sociales difunden al instante, sin opciones de mediciones que establezcan tendencias que permitan algún tipo de análisis,  contenidos -a favor y en contra- que agravan la conflictividad, profundizan una polarización que no se exterioriza y emiten hacia afuera una alerta y eventualmente un stop al potencial turista, que cree más en las redes sociales que en los medios.

Un diálogo inmediato, vigoroso, sin ofensas, es urgente para que no perdamos el turismo en el cual hemos invertido muchísimo como país, como gobierno, como emprendedores y como personas. (O)

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