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El Telégrafo

Turismo canario

06 de mayo de 2012

Por alguna razón, la mayoría de islas que son paraísos turísticos, por sus megahoteles y sus playas hermosas, deben importar del continente los alimentos que requieren para satisfacer a sus exigentes turistas, como es el caso de Galápagos, donde gigantescos barcos llegan cargados, desde agua embotellada hasta combustible o productos agrícolas.

El caso de las islas Canarias es diferente. Con una temperatura promedio de 22 grados centígrados todo el año, situadas frente a Marruecos en África, es uno de los destinos turísticos españoles que recibe doce millones de turistas al año, pero además de una gigantesca producción agrícola que le autoabastece -también exporta al continente- tienen una actividad comercial impresionante que las convierte en un destino de shopping de la última moda europea y existe una industria impresionante.

Estoy en Las Palmas, invitado a dar una conferencia sobre turismo y periodismo al calor del Congreso de Fepet, la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo, y si bien aún me falta recorrer sus playas muy liberales en cuestión de mostrar piel, he asistido a una cena con su alcalde, don Juan José Cardona, a un almuerzo en la Cofradía del Puchero en el lujoso hotel Santa Catalina, famoso por ser de preferencia de los reyes españoles. La percepción más clara que indica el éxito turístico de esta isla, es la fusión inquebrantable entre sus autoridades, los prestadores de servicios turísticos, los artistas y demás actores sociales.

Esta permanente interactividad, coordinación y toma de decisiones, entre sector público y todo el sector privado es la clave de tanto éxito que ha permitido este desarrollo que empezó con el turismo tradicional de sol y playa y se fue complementando con comercio, moda, artesanía gastronómica, producción de quesos, ron, frutas y verduras que, combinadas con las delicias del mar, dan por resultado una gastronomía espectacular, moderna, sin perder sus sabores tradicionales y una hotelería de las mejores del orbe.

La clave de su abundante turismo definitivamente es su clima, considerado el mejor del mundo, el cual es buscado ávidamente por los habitantes nórdicos que en el invierno en sus países padecen temperaturas de 10 grados bajo cero, toman un avión por unas cuatro horas y ya disfrutan de estar acostados en la playa dorando su piel en el día y disfrutando de una intensa vida nocturna que se enciende a partir de las dos de la madrugada y cuyo gancho no es la oferta de licor, sino la abundante propuesta gastronómica, como el Festival del Pincho de los jueves, los Martes de Mujeres, la Noche de Triana, y más actividades que alimentan una vida nocturna en la que, obligados, debemos salir a sus calles llenas de jóvenes que se exhiben con una copa en la mano, pero también de personas que salen a hacer compra con fabulosos descuentos, ferias de libro y museos que abren hasta la medianoche.

Mi visita a Canarias recién empieza y luego iré a Egipto, así que habrá mucho que escribir sobre modelos turísticos.

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