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El Telégrafo

Triunfo popular: liderazgo, apoyo a y de mayorías

25 de febrero de 2013

El contundente triunfo de Correa demuestra que la mayoría del país apoya el proyecto político, económico y social del gobierno de la Revolución Ciudadana. Ha ganado en 23 de las 24 provincias y logró la mayoría en la Asamblea Nacional.

Pero, además, ha aumentado su popularidad, pues consiguió más apoyo de la ciudadanía que en 2007, en lugar del desgaste, logró consolidar su liderazgo nacional. Cabe destacar también la pérdida de vigencia del populismo (PRE), el fracaso de la izquierda radical y desaparecimiento de la derecha tradicional (Prian, PSC-MdG, SP) y ascenso de una nueva derecha (CREO).

A pesar de los problemas de la inseguridad, los líos de Delgado, casos aislados de corrupción, acusación de antidemocracia, etc., aprovechados por la oposición en la campaña, Correa aumentó su credibilidad y poder. Tampoco valió la estrategia de esta, para promocionar los candidatos a asambleístas, basadas en el uso de personajes de la farándula, deportistas, ex periodistas, actores de TV, etc. Es que la población excluida palpa cómo ha mejorado su bienestar y se aplica una política económica y social redistribuidora, con incentivo al crecimiento y justicia social. Es un proyecto político popular.

Pero la más importante, es el cambio de orientación de estas políticas. Con más poder, el Gobierno ha logrado que los beneficiarios de estas sean las mayorías, el país  y no los grandes intereses. Sin embargo, las empresas han sido favorecidas, sobre todo las relacionadas con la construcción de infraestructura en carreteras, puertos, aeropuertos, hidroeléctricas, telecomunicaciones, refinería, represas, etc. que aportan al crecimiento económico.

Ahora  se privilegia el pago de la deuda social, no de la deuda pública.  En efecto, la inversión social en educación, salud y vivienda se multiplicó con creces, permitiendo mejorar la calidad de vida de la población. Los servicios públicos han progresado notablemente.

Por otro lado, la política de subsidios (Bono de Desarrollo Humano, de discapacidad, de enfermedades catastróficas, de vejez, etc.) ha permitido contribuir a sostener más de un millón y medio de gente de escasos recursos. No se trata de una política asistencialista sino de protección de los más vulnerables de la sociedad.

El crecimiento económico, que ha estado, en promedio, por arriba de A. Latina, ha disminuido el nivel de desempleo y subempleo, pero lo más importante es que ha reducido la pobreza, la desigualdad y hay un ascenso de la clase media. Además, con el inicio del apoyo a la economía popular y solidaria, dos millones de microempresarios y una cifra similar de ecuatorianos de cooperativas, asociaciones y entidades comunitarias, de carácter productivo, pueden mejorar sus ingresos y la subsistencia familiar. Se cumple así con el mandato constitucional de una economía social y solidaria.

Los resultados en el área social están a la vista. Muestra que la orientación de esta política es favorecer las  mayorías populares. Con el lema “Primero está la gente”, el triunfo es un respaldo de la población al Gobierno, que va consolidando un modelo alternativo al neoliberal.

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