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El Telégrafo

Tremenda afrenta

11 de julio de 2013

Por más excusas que se pretenda dar, ha sido un acto humillante y una agresión incalificable e impropia la que España, Francia, Italia y Portugal infligieron al presidente de la hermana República de Bolivia, al impedirle que su avión sobrevolara sus espacios aéreos, violando todas las normas del derecho internacional, bajo la sospecha de que dentro iba el perseguido excontratista de la NSA, Edward Snowden.

Durante las últimas décadas, ningún país europeo había protagonizado un episodio tan cobarde y bochornoso como el secuestro temporal al que fue sometido el presidente Evo Morales, quien goza de iguales derechos que los gobernantes del Viejo Continente, en lo que tiene relación con la inmunidad diplomática.

Por 14 horas, estos países prolongaron el atentado a la inmunidad del presidente boliviano en Viena. Inconformes con las afirmaciones de Evo, en el sentido de que en su avión no viajaba nadie ajeno a su comitiva oficial, un diplomático español pretendió registrar la aeronave, buscando a Snowden, haciendo tabla rasa de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas. En apenas 14 horas, el mundo fue testigo de la escenificación de un verdadero terrorismo de Estado con cobertura en todo un continente.

Una acción de esa naturaleza hiere el orgullo de los bolivianos y de todos los latinoamericanos, porque la dignidad y la autoridad de un presidente democráticamente electo fueron mancilladas y burladas por la inusual actitud de esos países que impidieron que el avión que lo llevaba de Moscú a La Paz aterrizara para reabastecerse de combustible.

Pudo ocurrir un imprevisto que hubiera puesto en peligro la vida de Morales, pero aun sin haber acontecido, el solo hecho de ejercer una acción negativa actuando bajo una sospecha infundada deja mucho que desear acerca de la calidad de los servicios de inteligencia de las naciones involucradas en dicha ignominia.

Este caso ha dado un giro tan espectacular, por supuesto, dirigido por los tentáculos del poder estadounidense, que el espionaje con que se violaron todas las leyes universales ha quedado relegado a un segundo plano. Washington actúa como si fuera la víctima y Snowden, que ha perdido su condición de héroe que se ganó en principio, ha pasado a ser el gran villano.

EE.UU. y Europa se encontraron sorpresivamente con lo que es, de hecho, la herencia revolucionaria de los próceres de nuestra libertad, como fueron Bolívar, Martí y Eloy Alfaro, entre otros. La declaración de los países de la Unasur fue un contundente respaldo colectivo al presidente Evo Morales y una vigorosa denuncia a la sumisión de esos países europeos que se dejaron intimidar por la orden norteamericana.

América Latina renace en estos momentos con solidaridad horizontal entre pueblos hermanos que alcanzaron el poder en sus Estados y la fraternidad incondicional que emana de los que menos tienen. Latinoamérica vive y siente con altivez, dignidad y soberanía, para levantarse contra el imperialismo en pleno siglo XXI.

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