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El Telégrafo

Transición hacia un nuevo paradigma

26 de febrero de 2012

Del encuentro “Pensamiento Crítico y Alternativas”, al que por la riqueza de sus debates nos hemos venido refiriendo, se puede sacar una conclusión principal, preñada de consecuencias: se impone la transición hacia un nuevo paradigma para realizar el Bien Común de la Humanidad.

No se trata de una “humanización” del capitalismo o de “reformarlo” y hacerlo “verde”, sino de la transición hacia una economía diametralmente opuesta, al servicio del hombre, y, por lo tanto, que se base en el valor de uso, en el respeto de los derechos de las comunidades locales, indígenas, afrodescendientes y proletarias en general, en un diálogo constructivo con ellas, y en medidas radicales de protección de la naturaleza, que impliquen prohibir actividades extractivas en ciertas regiones, como se propone ejemplarmente con el plan Yasuní.

No se trata tampoco de una transición hacia formas que aceleren el denominado “desarrollo”, entendido este como crecimiento de las fuerzas productivas, de la producción y del consumo, como se mide tradicionalmente al desarrollo capitalista, pasando por la lógica del mercado, que va en el sentido del enriquecimiento por desposesión sin distribución de plusvalía.

El complemento de tales políticas sería la aceleración de la regionalización continental, como advierte Houtart, para constituir alianzas más sólidas frente a multinacionales, hoy en día vinculadas en un sistema siempre más integrado y  que se burlan de las leyes nacionales, que nunca cumplen con los compromisos e imponen sus lógicas a gobiernos incapaces de reaccionar de manera adecuada.

En ese sentido va orientada la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América -ALBA- que se inscribe en la lógica del nuevo paradigma regido por principios de  complementariedad, solidaridad,  no competitividad. 

Sin embargo, la transición anunciada es necesariamente un proceso que tomará mucho tiempo. Houtart explica por qué: “No solamente el capital, como poder económico monopolístico, es capaz de incitar a la guerra (aun a la amenaza nuclear), de sacrificar millones de personas por el hambre y de corromper las instancias políticas del mundo entero para asegurar su predominio, sino que su lógica  ha penetrado la cultura, aun de las clases inferiores y de las organizaciones de trabajadores, lo que le asegura el ejercicio de una verdadera hegemonía”.

De ahí que construir otra forma de desarrollo humano es evidentemente la tarea principal de un proyecto socialista.

El 7 de marzo Samir Amin disertará en la Universidad Central sobre Alternativas desde el Sur ante la crisis del Norte.

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