Desgarradora: la imagen del ahogado Óscar Martínez Ramírez y su hija Valeria, de El Salvador, de casi dos años, conmueve y también plantea varios dilemas. Para Tania Ávalos, la esposa y madre, quien sobrevivió el cruce del río y tuvo que observar lo sucedido sin poder hacer nada, debieron ser momentos muy dramáticos.
Ahora podríamos hablar de una llamada de atención al presidente Trump y su inhumana política de refugiados. Y está claro que la foto será una evidencia de la “situación de emergencia en la frontera” y de que un muro garantice una situación transparente para que tales escenas no se repitan. Los demócratas se sentirán confirmados en su tesis: es una crisis humanitaria y las dos víctimas son resultado de una cínica política de migración.
Pero culpar simplemente a la política de refugiados de los Estados Unidos sería demasiado fácil. Miles de personas huyen de América Central de la pobreza, la violencia y las pandillas con la esperanza de encontrar protección y una vida mejor en Estados Unidos.
Son los gobiernos plagados de corrupción los que tienen dos vidas pesando sobre su conciencia y muchos más que han muerto de camino a Estados Unidos. El Salvador está considerado como uno de los países más peligrosos del mundo: la corrupción y la violencia forman parte de la vida cotidiana.
Cualquiera en El Salvador puede contar historias sobre las Maras, las temidas pandillas juveniles como “Calle 18” o “Mara Salvatrucha”. Solo cuando estas pandillas sean neutralizadas, la gente podrá volver a la calle sin miedo y tener perspectivas en su propio país, se reduciría la cantidad de refugiados. Hasta entonces, ningún muro o cerca podrán proteger a EE.UU. de la búsqueda desesperada de seguridad y una vida mejor.
A menudo, los que no tienen familia en Estados Unidos terminan en la calle. Pero eso solo detiene a unos pocos de emigrar hacia el norte. Toda la miseria les parece pequeña, en comparación con lo que dejan atrás. (O)
* Tomado de DW