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El Telégrafo
Mariela Gurevich y Noelia Stetie *

Tinder y las lógicas del consumo

13 de abril de 2019

“Soy real y verdadero”; “estoy necesitando una chica que cuide a Usain (mi tortuga)”; “candidato ideal para presentarle a tu madre, por lo cual probablemente en un futuro seas mi hijastra” son algunas de las presentaciones que encontramos en Tinder en Argentina, al buscar una cita para una amiga. Nos miramos sorprendidas, un poco asustadas. ¿Hacía tanto estábamos fuera de juego? ¿Es que ahora había que aclarar si la persona era real o…? ¿O qué? ¿Hay personas ficcionales caminando por la ciudad? ¿O es que ahora las personas solo se sienten reales al hacer presencia en las redes?

Nos llamó la atención el tipo de ofertas y las búsquedas: “busco a Nemo”; “busco mujer para ser mamá”; “la pasamos bien, me das placer y te llevás lo tuyo”. Si era la aplicación de citas más bajada de la Play Store, debía funcionar a pesar de que lo que encontrábamos parecía un juego de ficciones delirantes y extrañas.  

El medio digital, la aplicación en sí, le permitía a nuestra amiga construir un perfil para mostrarse, una suerte de vidriera que ella debía diseñar para presentarse al mundo como disponible y atraer más a sus posibles pretendientes. ¿Cómo se debía describir? ¿Qué fotos poner? ¿Las de Cuba y Machu Picchu o las de Disney y la Torre Eiffel? ¿Subía su retrato de viernes leyendo con un buen vino? ¿O una foto con amigos? Para describirnos, tenemos que vendernos en pocos caracteres, pensar en qué será más eficaz. La lógica del mercado y la del consumo marcan la cancha en estas aplicaciones.    

Ella debía llamar la atención para eliminar competencia y ser visible, deseable para quienes la observaban para asignarle una cruz o un corazón, mostrándole que podía ser deseada o rechazada con solo apretar la pantalla de un celular. ¿Y quién era ese otro? Tinder, tan aparentemente inclusivo, la deja elegir si quiere hombres o mujeres o los dos al tiempo, pero la obliga a decidir solo entre dos opciones: ser hombre o ser mujer. (O)

* Tomado de Página 12

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