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El Telégrafo

Temas pendientes

04 de enero de 2012

¿Qué implica el advenimiento de un nuevo año? Un cúmulo de renovados objetivos. O la evolución de nobles propósitos de cara a la proyección individual y colectiva. Esta fecha nos induce a revisar sobre lo actuado y, especialmente, respecto del horizonte venidero. 

Tras la huella del pasado inmediato, nos encauzamos en búsqueda de caminos de felicidad y, por tanto, de la superación de obstáculos. Sin embargo que la vorágine del sistema frívolo de sobrevivencia moderna impide un instante reflexivo, es propicio detenernos en un solitario ejercicio de autoanálisis, con la finalidad de enmendar errores y trazar el adecuado sendero de vida, que, por supuesto, no está exento de vicisitudes y contratiempos.
Desde lo profundo de nuestro ser debe originarse la firme convicción de la necesidad de una transformación societal, que se reproduzca desde el seno de cada hogar. Es imperioso el cambio de mentalidad y de actitud de los miembros de nuestra sociedad.

De manera reiterada se menciona que los males que aquejan al país se derivan de las desatinadas actuaciones de los administradores públicos y gobernantes. Pero aquello tiene un nivel de corresponsabilidad de la propia ciudadanía, la misma que debe involucrarse con compromiso cívico en las decisiones de las grandes mayorías. El ciudadano/a también construye el futuro, a partir de su quehacer cotidiano, en la casa, en el aula, en el puesto de trabajo, en el círculo social cercano. Por lo tanto, el destino patrio no le pertenece exclusivamente a la clase política, sino al conjunto de la sociedad.

El 2012 tendrá como escenario el influjo preelectoral. Es ahí en donde la población debe empezar a debatir, cuestionar y aportar respecto del apostolado político que debe primar en la comunidad ecuatoriana. Esto como mecanismo para alcanzar el progreso común, más aún cuando la realidad nos demuestra que, sin embargo, de los logros gubernamentales alcanzados, la pobreza y exclusión aún perviven en las calles, en medio de la indolencia poblacional.    

La base del éxito se sustenta en que las personas se despojen del negativismo y de taras que impiden alcanzar una convivencia armónica. Tenemos la oportunidad para rever viejos prejuicios y odios estériles. Es el momento pertinente para exteriorizar el abrazo solidario al prójimo en perspectiva del bien conjunto.
Sin duda, varios temas quedaron pendientes en nuestra agenda particular y también a nivel general. Que tales aspectos aún inconclusos vayan concretándose como propósitos dinamizadores en este 2012. Alberguemos la esperanza de que así sea.

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