Quienes mandan en los EE.UU. y detentan el poder real, también en todo el planeta, son un centenar de locos de atar que creen que van a sobrevivir al invierno atómico en refugios construidos con este fin, por lo que buscan a como dé lugar la guerra contra Rusia. Demás está aclarar que entre ellos, sean demócratas o republicanos, no hay uno solo miembro del gobierno de Washington, que solo cumple sus órdenes.
¿Cómo obtienen tal dominio en todos los ámbitos de la actividad humana? Pues porque son los dueños de Wall Street, de la FED, de las grandes multinacionales, del Complejo Militar Industrial que está omnipresente en toda la extensión de los EE.UU. y para el que labora el 20% de su clase trabajadora; son también los dueños de la gran prensa mundial, por lo que en este mundo nadie está libre de ser manipulado ya que se informa solo de lo que este cogollo siniestro considera que debemos conocer y se encarga de convencernos de las bondades del sistema capitalista. El periodista que desee triunfar en la gran prensa debe atenerse a sus reglas de juego y colaborar en la creación del mundo de la irrealidad y de la fantasía surrealista en que vivimos.
Si en Ecuador se multa a un periodista por difamación o en Venezuela falta jabón o en Cuba no se dan facilidades a la oposición o en Argentina se suicida un juez o en Brasil se detecta corrupción en algún organismo público, el mundo entero conoce al detalle la versión interesada que sobre estos hechos propala la gran prensa, pero se silencia que los pobres de estos países han mejorado su nivel de vida o sobre las barbaridades que los EE.UU. y sus aliados cometen alrededor del mundo.
Si un periodista denuncia el genocidio de un millón de iraquíes, se lo acusa de ser un apólogo de S. Hussein. Se distorsionan los sucesos de Ucrania, se acusa a Rusia de haber invadido ese país sin presentar la mínima prueba y se oculta que el gobierno de Kiev es producto de un golpe de Estado fascista auspiciado por los EE.UU. con el apoyo de la UE. Se presenta el conflicto del Donbás como si se diera entre ucranianos y prorrusos cuando en realidad se da entre nazis y antinazis ucranianos que defienden sus derechos. Sobre los crímenes de guerra que los nazis de Kiev cometen en el Donbás no se sabe nada porque se emplea la mentira del silencio y no se envía periodistas a cubrir ese conflicto y se sostiene que lo que dice la prensa rebelde o la rusa es pura propaganda aunque esté documentada y testimoniada por miles de víctimas.
Conducen a ciegas al mundo hacia la Tercera Guerra Mundial porque se han tragado sus propias mentiras y no diferencian la propaganda del análisis serio ni conocen los límites de su poder real, por lo que creen poderlo todo. Aquí encajan muy bien las palabras de Lloyd George, ex- Primer Ministro de Inglaterra, que dijo sobre la Gran Guerra al editor del Manchester Guardian, C. Scott: “Si la gente realmente conociera la verdad la guerra se pararía mañana, pero por supuesto no la conocen y no pueden conocerla”. Por eso es buena idea confesarse y comulgar en estos días.