Una vez cerradas las inscripciones para participar en las elecciones presidenciales y legislativas de febrero de 2013, las únicas sorpresas se presentaron a la hora de seleccionar a los candidatos a la Vicepresidencia. La más grande, la de Alianza PAIS, Jorge Glas, el binomio que acompañará al candidato Rafael Correa. Si bien su nombre estaba en la lista interna, que sobre todo, en la última semana, se discutía en el buró político del movimiento verde, no ha dejado de generar reacciones; aunque en verdad más en contra que a favor, como se evidenció en la mismísima hora del anuncio, en el estadio del Aucas.
Sin embargo, el haber seleccionado a Glas para reemplazar a Lenín Moreno nos revela varios detalles. Uno, las encuestas dicen que los candidatos de oposición no han crecido lo suficiente para poner en riesgo la candidatura del presidente Correa. Y no lo pondrán, por tanto, no hace falta un candidato a la Vicepresidencia que sume, o que compense en alguna región o ciudad o en algún grupo elector objetivo. Ni siquiera en Quito, en donde se supone hay debilidades por la baja aceptación a la gestión del alcalde Barrera.
Es decir, con una obra ya visible y con altísima aceptación, el candidato Correa gana solo las elecciones. Dos, esta ventaja es suficiente para ganar en primera vuelta y para romper ese supuesto y necesario equilibrio regional: el presidente de la Costa y el vicepresidente de la Sierra, o viceversa. Este paradigma dado como necesario e imprescindible, morirá en estas elecciones. Tres, al decir de la Constitución, el Vicepresidente realizará las tareas que el Presidente le asigne. Al estar previsto que en el nuevo período de gobierno se pondrá énfasis en los sectores estratégicos, es lógico que, para apuntalar esa gestión, el candidato a “Vice” sea un experto en ese tema. Y Glas lo es. Cinco, el Presidente no es visto como un candidato de la Costa. Vive ya casi quince años en Quito y sus hijos son quiteños. Seis, al estar Glas cercano a sectores empresariales, servirá también de vínculo para las necesarias inversiones en grandes proyectos de sectores estratégicos y, además, para acercamientos y acuerdos en la propia Asamblea, en caso de no conseguir mayoría absoluta.
Las otras candidaturas también han tenido dificultades a la hora de completar el binomio, con excepción del matrimonio Noboa-Azín. En verdad poco suman. Y por el contrario, más bien han indignado, como el anuncio y renuncia de Auki Tituaña y el cambio de camiseta de Solines, en plenas narices de César Montúfar y a la vieja usanza de la partidocracia de siempre. Y el resto, Manzano, Boyes, Caicedo, Mendoza, son más relleno que aporte; son más imagen que votos.
Así las cosas, el camino para el candidato Presidente está allanado. Por tanto, los espacios en disputa estarán en la Asamblea Nacional.