Yo tengo una duda acerca del discurso de la oposición, o la gente en oposición al Gobierno. Cuando hablan del deterioro de la democracia, de la eliminación de los más altos y sagrados valores democráticos, ¿a qué democracia se refieren? ¿O a qué experiencia democrática hacen referencia? ¿Qué valores democráticos hemos perdido?
En 1979 se hablaba del retorno a la democracia. ¿Se hablaba de la democracia juliana? ¿De la democracia arroyista? ¿La placista? ¿La velasquista? O a lo mejor hacían referencia a la creación de un nuevo modelo democrático. El modelo de los juicios políticos, la democracia de los partidos y la ingobernabilidad, inestabilidad y la falta de institucionalidad. La nueva visión democrática incluyó tanques rodeando el Congreso, los camisetazos, maniobras políticas para el que menos llegue a presidente y un voto militar dirimente.
A este prototipo democrático lo institucionalizaron grupos de poder que respondían a intereses privados. Y estos intereses privados se colaron, dominaron, las agendas legislativas y ejecutivas. Para no generalizar, hubo banqueros que se llevaron nuestra plata en peso. Hubo empresarios que lucraron con fondos públicos. Hubo medios que patrocinaron levantamientos y sublevaciones. Es decir, que la ingobernabilidad dentro de la institucionalización, en la mente más orwelliana, era generada. Una reminiscencia de la Doctrina del Shock.
Dicho esto, también es importante aclarar que yo no creo que este Gobierno sea perfecto o completamente democrático. Pero no creo que esté generando mayores situaciones de tiranía. Ni que estas estén simplemente cambiando de nombre o dueño. Parece que, al final, la vieja clase política se ha acostumbrado a la comodidad de sobrevivir en el statu quo. O, en ese statu quo, era más fácil dominar que en una democracia verdadera. O simplemente es más sencillo hablar en genérico.
Luego está una nueva y, a veces, joven oposición. Escuché a Mauricio Rodas el otro día y me parece que le dio en el clavo: nos falta participación ciudadana. Creo que eso no es culpa tanto del Gobierno como del ciudadano, pero la iniciativa es, en mi sentir, válida. Luego habló sobre una conjetura gubernamental para que esta nueva clase política (él), única capaz de derrotar en las elecciones a Correa (él), se quede sin espacios democráticos. También sobre la concentración de poder, la pérdida de los valores democráticos. ¿Cuáles? Pero puede tener razón. Puede que estemos caminando por los peligrosos pasos del autoritarismo, del mesianismo tiránico y demagógico.
O a lo mejor es un punto de inflexión en la historia antidemocrática del país. ¿Hacia la democracia? Quedará la duda.