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El Telégrafo

Soberanía continental

13 de febrero de 2012

La historia de los pueblos, más si ellos abarcan a todo un continente, refiriéndonos al latinoamericano, desde el río Bravo hasta la Patagonia como se ha identificado desde hace siglos, no se construye por hechos coyunturales, por episodios puntuales: esa historia se edifica por procesos, incluso discontinuos, pero perfectamente orientados hacia objetivos superiores que fueron con inteligencia concebidos por los padres de la Patria Grande, de nuestra América.

Los verdaderos líderes de nuestros pueblos del continente fueron colocando las piedras en el camino que conduce a conseguir que el destino llegue a lo que esos superiores soñaron: a la integración y unidad solidaria sobre la base de un principio primigenio y de la más alta jerarquía: la irrenunciable soberanía que permite la autodeterminación de cada nación.

Un hilo conductor, perfectamente visible, se irradia desde Bolívar, y va enriqueciéndose con el aporte de cada combatiente, de cada líder, de cada apóstol, de cada insurrecto, de cada guerrillero, de cada revolucionario, de cada estadista, de cada luchador popular, de todos aquellos que se engancharon a ese pensamiento y lo fueron enriqueciendo, sosteniendo, recreando.

Hay un principio fundacional: si no hay integración, no cabe hablar de soberanía. En la actualidad hay 3 manifestaciones colectivas de naciones que comulgan con esta urgencia: Mercosur, ALBA y Celac, materializando la integración e impulsando una defensa que se vigoriza de la soberanía continental, actualizando las diferentes propuestas que se fueron acumulando, como el “continentalismo” en la década peronista, cuando Argentina y Brasil impulsaban la unión de los latinoamericanos, dejando al margen a los norteamericanos que tantas intervenciones, invasiones, dictaduras y manipulaciones agresivas y divisionistas acometieron contra los del patio trasero.

Por más que el egoísmo mezquino de la oposición mediática local haya querido silenciar o tergiversar el acontecimiento, correspondió a Rafael Correa encender la mecha de la defensa práctica e inmediata de la soberanía continental, poniendo sobre el tapete, con vigor, los temas cruciales de la colonización de las Malvinas; la exclusión de Cuba de la Cumbre de las Américas en Colombia; y el retiro colectivo del TIAR, esa especie de OTAN para nuestro continente.

Los “Miami boys”, encabezados por los sujetos politiqueros afincados  en el poder mediático, están ardidos por el éxito integracionista del presidente Correa, que no hace otra cosa que seguir la ruta trazada por los americanistas como Eloy Alfaro.

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