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El Telégrafo

Sin deberes mediáticos

24 de julio de 2012

Fue otra época, ya pasó, se la llevó, parece, su fundador. Jesús de Polanco, que había fundado en 1960 Santillana, se imaginó siempre empresario de la comunicación, por eso creó El País en 1976, coincidiendo con el fin de la dictadura de Franco. Pero había que ir más lejos, tener radios y televisoras, para eso la creación del grupo Prisa  (Promotora de Información S.A.) y el círculo se fue ampliando, ya en la década de los 90, con Canal +.

Jesús de Polanco, al que dicen le producía verdadera indignación la tergiversación de la información, murió el 20 de julio de 2007. El País entonces empieza abandonar los postulados fundacionales, muchos de ellos se encuentran en su guía editorial, lo que lo llevó a ser paradigma mediático español, muy leído en Latinoamérica.

Nos recuerda José Villamarín en las Mediaciones de Ciespal, que en octubre de 2007 ya había desaparecido Polanco, ese periódico cambió su posición respecto al “Che”, que de modelo de luchador pasó a “disimular su condición de asesino bajo la de mártir”.  Aparecía entonces el cambio de rumbo de El País, sumándose a esa doble moral de los medios españoles que se afanan en desprestigiar a los gobiernos progresistas de nuestra región.

Ya en 2008, siguiendo a Villamarín, El País cometió un pecado de comunicación, que incluso se puede usar en las aulas de periodismo como modelo de lo que no se debe hacer. Maité Rico, su corresponsal en Colombia de Prisa, ya estaba negociando con Uribe una serie de concesiones, hizo una cobertura sobre los bombardeos en Angostura con solo la versión colombiana sin siquiera pisar el lugar de los hechos y, por supuesto, sin contrastar los dichos oficiales colombianos con versiones ecuatorianas.

Desprestigiar, en la onda muy oficial estadounidense, a los gobiernos progresistas de la región, de eso se trata hoy, así se mira a Latinoamérica y El País no desperdicia oportunidades. Solo que lo hace practicando un mal periodismo, cargado de prejuicios, de verdades a medias, usando fuentes interesadas y privilegiando los negocios.

Lo más reciente de ese falso periodismo, muy en el estilo de esa perversa tendencia mediática que ha estado presente en los quiebres democráticos de Honduras y Paraguay, es lo relativo “a la veintena de medios cerrados en el Ecuador”, responsabilidad de su corresponsal en nuestro país, Paúl Mena. La propia fuente de esa nota, Roberto Manciati, de AER, los ha desmentido.

Sin Jesús Polanco, El País se quedó sin deontología mediática, solo con intereses económicos que, parece, prevalecen sobre todo.

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