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El Telégrafo
 Pablo Salgado, escritor y periodista

“Sin cultura, no hay revolución” (1)

10 de abril de 2015

El gran maestro de la pintura ecuatoriana Enrique Tábara cuenta a sus amigos que lo visitan en su casa, en la población La Manga del Cura, que cuando acudió a un almuerzo en el Palacio de Carondelet, invitado como ganador del Premio Espejo, y se acercó el presidente Correa a saludar, le dijo: “Presidente, por favor, no se olvide de la cultura”. El Presidente le respondió: “Las carreteras también son cultura”. ¡Plop! El maestro Tábara solo atinó a guardar silencio.

Es evidente el descontento que existe en el sector de la cultura respecto al desempeño del Ministerio de Cultura y Patrimonio. Basta conversar con alguno de los más reconocidos artistas para saberlo, y ni contar con lo que cada día dicen los creadores y gestores culturales a través de las redes sociales. El paso del anterior ministro, cinco meses en el cargo, fue triste; ni siquiera alcanzó a informarse. Por ello, el hecho de que el nuevo ministro, Guillaume Long, haya comenzado su gestión reuniéndose con el personal del Ministerio, desmotivado y desalentado, y haya expresado que “sin cultura, no hay revolución”, ya es al menos alentador.

A Long le corresponderá devolverle la credibilidad e institucionalidad a ese Ministerio, que en los últimos años ha sido ineficiente y sin capacidad operativa para cumplir sus metas de ejecución. A partir de 2009 ha sido constante la reducción de su presupuesto de inversión que ha disminuido en más del 45%. Sin embargo, y hay que decirlo, el propio ministro Long es corresponsable, ya que como Ministro Coordinador debía supervisar que, entre otras cosas, se cumplan las metas de ejecución. Le correspondía también, por ejemplo, redactar un nuevo reglamento para el mayor premio que el Estado ecuatoriano entrega a los creadores nacionales, el Premio Espejo, y que no se ha expedido, por lo que, por primera vez en la historia del país, no se entregó en agosto pasado.

El ministro Long tiene ahora la tarea de generar política pública para el sector de la cultura. Un sector que, a diferencia de otros espacios productivos, no ha sido valorado en su verdadera dimensión y, lo que es peor, ni siquiera ha sido reconocido como dinamizador de la economía y generador de empleo. Si bien el propio Ministerio de Cultura no termina, desde hace 5 años, de generar indicadores del sector, se estima que, según la Unesco, representa el 3% del PIB, lo que significa cerca de 50 mil empleos y más de 3 mil millones de dólares en ingresos anuales.

El presidente Correa, a propósito de la necesidad de ahorro que tiene ahora el país, ha pedido que no se contraten artistas nacionales para los eventos de rendición de cuentas y otros. La pregunta es: ¿por qué no se protege también al artista nacional, así como se protege al sector textil, agrícola, del calzado, de los taxis, etc. etc.? Más bien el Presidente debería pedir que se contrate a artistas nacionales y no a artistas extranjeros. Caso del argentino Raúl di Blasio, por ejemplo.

El flamante Ministro tiene además, como sabemos, la enorme responsabilidad de, al fin, lograr que la Asamblea Nacional expida la Ley de Cultura y, a partir de eso, conformar el Sistema Nacional de Cultura. Y debe hacerlo, no a través de consultorías con estudios de abogados, sino de modo participativo con los actores culturales. Y sí, concordamos plenamente con las palabras del ministro Long: “Sin cultura, no hay revolución o supremacía del ser humano sobre el capital. (La) creatividad será el motor de nuestra emancipación”. Que así sea. (O)

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