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El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

Signos de identidad

12 de junio de 2014

Las identidades nacionales están marcadas por signos y símbolos, es decir, por señales, indicios, figuras emblemáticas o representaciones de la realidad perceptibles por los sentidos. Eso es particularmente notorio en el ámbito de la música, donde las notas de un tango nos trasladan de inmediato al recuerdo de los países rioplatenses, mientras que las de un bambuco a imágenes mentales asociadas con Colombia y las de un corrido a recuerdos de México.

Del mismo modo, la identidad nacional ecuatoriana está hondamente vinculada a ritmos como el pasillo, el sanjuanito y el pasacalle. En sentido general, ello es el resultado de un proceso de difusión de nuestra música iniciado a comienzos del siglo XX, en el que tuvieron una acción protagónica los compositores de la ‘Escuela Nacionalista’, casi todos ellos vinculados al Conservatorio Nacional creado por el general Alfaro en 1900. La emergencia de esa escuela fue un fenómeno casi paralelo a la propagación de la música grabada y ello dio lugar a una temprana difusión de la música ecuatoriana en el mundo. Un ejemplo de ello es el del pasodoble ‘Sangre ecuatoriana’, obra del maestro Julio Cañar, que fuera grabada en 1935 por la gran orquesta argentina de tangos del maestro Enrique Rodríguez, que la difundió por el mundo. Otro ejemplo de esa difusión es la grabación que hicieran los grandes cantantes operáticos mexicanos Margarita Cueto y Juan Arvizu, hacia los años treinta y para la casa Víctor, de una colección de obras de los compositores ecuatorianos Francisco Paredes Herrera y Nicasio Safadi.

El éxito de aquellas grabaciones fue tal que la Víctor ensayó posteriormente otros duetos para que interpretaran música de compositores ecuatorianos.

Así surgieron los duetos de Margarita Cueto con Carlos Mejía, con Luis Álvarez, con Evaristo Flores y con Tito Guízar. Las canciones ecuatorianas grabadas por la mencionada casa disquera sumaron una veintena y contribuyeron a dar justa fama a nuestra naciente música nacional. Empero, la mayoría de esas canciones no volvió a grabarse posteriormente, ni en México ni en Ecuador, lo que las sumió en el olvido.

Sería de desear que ese patrimonio musical ecuatoriano fuese rescatado, tanto en sus partituras como en sus registros sonoros locales, dada la importancia de nuestros compositores ecuatorianos.

Pero lo más importante sería que esas canciones nacionales pasaran a ser conocidas por nuestros intérpretes y volviesen a ser grabadas, esta vez en Ecuador, pues forman parte de nuestra historia cultural.

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