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El Telégrafo

Siete años históricos

21 de enero de 2014

Ya desde ahora lo podemos afirmar: que estos han sido siete años históricos en la vida del país, durante los cuales hemos tenido el privilegio de ver cambios profundos, impresionantes. Cambios que jamás nunca se habrían dado, si el protagonista hubiera sido otro dirigiendo la nación. Para bien de nuestro pueblo, Rafael Correa comprendió desde siempre la realidad del Ecuador, esto es la realidad de las mayorías nacionales.

Lacerante en el pasado. Dolorosa en los días cuando él asumió el poder. Y como ningún otro, Correa distingue con claridad los grandes errores de los sucesivos gobiernos. En 2006, la suya  fue la candidatura a la Presidencia de la República de mayores expectativas y de las más grandes sorpresas que se hayan observado en los procesos electorales del país de los  últimos tiempos. Hasta entonces, casi un desconocido en el escenario político de la nación, cobijado bajo los colores de Alianza PAIS y teniendo como su propuesta básica a los enunciados del socialismo del siglo XXI, Correa obtuvo su primer triunfo electoral el 26 de noviembre de 2006, con el 56,67% de apoyo de los electores para ocupar la primera magistratura de la nación desde enero de 2007.

La pacífica Revolución Ciudadana de Rafael Correa, en siete años, nos ha entregado un nuevo país, aquel que el pueblo necesitaba.Siete años de transformaciones históricas han transcurrido a partir de entonces. Cambios profundos implementados por nuestro primer magistrado, que en tiempos pasados solo pudieron haber inspirado a don Eloy Alfaro. Luego del ‘General de las 100 batallas’, ningún primer magistrado ecuatoriano implementó causas tan gigantescas, humanas y justas. Ni las pensó siquiera porque otros eran sus intereses. Como enriquecer cada vez más su fortuna y la de sus allegados.

Ahí entonces se encuentra la diferencia fundamental de Correa y sus predecesores, con la única excepción del presidente Alfaro. Que los demás fueron tan solo asaltantes de las arcas del Estado, vendepatrias que entregaron los bienes nacionales a la voracidad del imperialismo extranjero a cambio de migajas y a condición de la sumisión de nuestro país a todas sus arbitrarias decisiones. Sin la menor vergüenza. No les importó a ninguno de ellos ver a su país humillado, sin soberanía, arrodillado y cada vez más pobre, expoliado y muy lejos de alcanzar el desarrollo.

Así las cosas, la burguesía ecuatoriana al igual que la caduca partidocracia y todo su séquito de esbirros hasta ahora protestan porque han perdido sus prebendas. Miran con profundo encono cómo las mayorías nacionales -hasta antes del 15 de enero de 2007 humilladas y marginadas de todo acto de justicia por sus desvergonzados gobernantes- actualmente disfrutan cada vez más de nuevas conquistas sociales, pensadas e implementadas desde el Palacio de Gobierno y desde la Asamblea, que el 24 de julio de 2008, en la ciudad de Montecristi, aprobó por mayoría la ejemplar Constitución que nos rige.

La pacífica Revolución Ciudadana de Rafael Correa, en siete  años, nos ha entregado un nuevo país, aquel que el pueblo necesitaba. Y veamos algo: 1,1 millón de ecuatorianos dejó de ser pobre entre 2007 y 2013. Existen 6 megaproyectos en construcción para asegurar el derecho al agua. Más de 1 millón 264 mil familias ecuatorianas ingresaron a la seguridad social en los últimos 7 años. Entre 2007 y 2013, 667.000 personas encontraron trabajo con ingresos superiores a la remuneración básica. Y como lo hemos dicho, lo anterior es tan solo una muestra. ¿Cómo entonces no vamos a confiar en Rafael  Correa y cómo no vamos a defender  la continuidad de su gobierno, así como el proceso transformador de la Revolución Ciudadana que está beneficiando tanto a la nación?

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