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El Telégrafo

Seudogobierno en Paraguay

29 de junio de 2012

Otra vez quienes más hablan de instituciones se burlan de ellas. La derecha paraguaya, en colusión del Partido Colorado con el Vicepresidente de la República y gran parte del partido de este, montaron una farsa que se trató de presentar como juicio político al presidente Lugo. Sin investigación, sin acusación fundada en hechos y datos, sin el tiempo para preparación de defensa, sin que hubiera mediado siquiera lapso para tomar en serio el proceso iniciado, los miembros del Parlamento destituyeron al presidente legítimo.

Nadie les creyó. La mayoría de los países de la región ha desconocido al pretendido nuevo gobierno, por su abierta ruptura con las más elementales reglas de defensa en juicio. Se trató, simplemente, de un teatro montado a los fines de quedarse con el cargo presidencial, aspiración que el vicepresidente Franco manifestaba incluso públicamente desde casi el inicio del período de gobierno.

Lo insólito es que los sectores retrógrados que siguen con la mentalidad de tiempos de Stroessner, necesitaban solo nueve meses de espera para el final legal del ejercicio de la presidencia de Lugo. Este tenía muy limitado su poder por la oposición, incluso la de la coalición que lo acompañó en su momento a la victoria electoral.

Siendo así, la impaciencia y voracidad de este golpe de estado “institucional” queda aún más en evidencia. Los discursos utilizados en la vergonzosa sesión de destitución (que muchos pudimos ver por TV en simultáneo), fueron muy similares a los del golpe dado contra Manuel Zelaya en Honduras hace exactamente tres años. La mano del imperio -y de su teoría del “golpe blando”- se hace en ambos casos notoria.

Con la destitución del presidente legítimo, en Paraguay se busca debilitar el Mercosur, impedir que Venezuela pueda participar del mismo, dar lugar a presencia militar de EE.UU. en la región, ofrecer a las multinacionales enormes terrenos en el norte del país. Situación que se complementa muy cerca de allí: asistimos ahora al levantamiento policial contra Evo Morales, receta de golpe ya ensayada en el Ecuador del 30-S; y en Argentina, un sindicalista súbitamente desestabilizador es apoyado por el más descarado golpismo de la derecha política, junto a los nostálgicos de la feroz dictadura militar.

El imperio contraataca. Mientras, desde Mercosur, para la cumbre que se hace en estos días en Mendoza (Argentina) se prohibió la presencia del seudogobierno paraguayo; y se piensa tomar medidas ejemplares que desalienten a sectores políticos de otros países que pretendan romper con las reglas de la institucionalidad democrática en el subcontinente.

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