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El Telégrafo

¿Será así el cielo futbolístico?

30 de agosto de 2012

La única razón por la que escribo esto es buscando la mejor fórmula disponible de ubicarlos en la dimensión de un Real Madrid-Barcelona (jugado ayer).

No creo que exista mecanismo literario capaz de explicar totalmente, con todas las facetas de asimilación posible, lo que representa este choque en la actualidad.

Ya sabrán quién ganó, se preguntarán si es contemporáneo este escrito, tal vez no encaje con la actualidad, pero me lo debía a mi alma y por cada persona con la que me topé cantando en las calles de Madrid a favor del Real, teniendo frente a ellos hinchas “baugrana” con quienes reían y se retaban con respeto, con una rivalidad cargada de códigos y sin ninguna sola pizca de violencia.

Restaurantes repletos de mezclas catalanas y merengues, sin necesidad de aplicar el insulto o la aclaración de quién es el mejor, no hay ese virus que se apodera de cerebros y busca mediante gritos y violencia querer demostrar que se es más fiel al equipo que siguen.

Esto se escribe a solo horas del inicio del derby español. Quién sabe, pudo ser que al final del mismo se desató la guerra, que fui yo el que circuló por senderos anormales a lo que es hoy la realidad del hincha que debe llegar con escudo al estadio.

Debo decirlo: sentía que estaba en otro planeta mientras duró, no cabía mi razonamiento a tanta calma y pasión al mismo tiempo para vivir un Real Madrid-Barcelona.

La perfecta civilización futbolística, patrullas de niños seguidores del Madrid que caminaban en la misma acera con otra escuadrilla de similares del Barça… ¿y?... cada uno pasaba a lado del otro como si fueran invisibles.

Debo asegurar un buen puesto en el Bernabéu. Me dicen que la sala de prensa es amplia y cómoda, pero que igual salga con tiempo. La verdad, para vivir esto, quisiera clausurar por unas horas mi estatus de periodista.

Quiero ir a la zona del delirio, sentarme con los que dan la vida por su equipo sin necesidad de defender honores estúpidos y buscar al que lleva otra camisa para agredirlo.

Quisiera seguir hablando de esta zona única a la que he podido entrar, pero estas palabras deben alojarse ya en la bandeja de los editores del diario para que ustedes la lean o desprecien en este mismo momento, además de que ya debo salir para el estadio.

La única forma en que haría justicia con ustedes es si relato todo lo vivido durante y después del partido… ¡Ahí nos vemos!

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