Ciertos articulistas, con su estilo exhibicionista y de adulo al poderoso, referente a la actitud del Gobierno ecuatoriano, en goce de su derecho soberano de conceder asilo diplomático a Julian Assange, líder mundial de la libertad de expresión, han desatado con el apoyo de la “prensa independiente” una campaña de distorsión de la realidad.
Hoy, cuando el Reino Unido y el coloso norteamericano no cesan en la amenaza de agredir el derecho internacional y los principios de soberanía e integridad territorial de las naciones, columnistas y analistas de los medios privados pretenden, malévolamente, restarle firmeza al régimen de la Revolución Ciudadana que está escribiendo una página histórica de lucha en defensa de la dignidad y soberanía de nuestra patria.
Los periodistas “libres” se olvidan de que la libertad de expresión no es solo privilegio de los medios “independientes” de difundir sucesos y diseñar la opinión pública, sino un derecho de toda la ciudadanía a ser informada con veracidad, sin verdades a medias, con pluralismo y responsabilidad ulterior.
En el manejo periodístico “privado” sobre recientes casos: falsificaciones de firmas, la fotografía de niños, marchas de candidatos de oposición y el asilo de Assange, se aplica el sensacionalismo, tendencia que consiste en dimensionar o exagerar hechos insignificantes y minimizar sucesos de trascendencia universal; en el fondo, fastidiar el liderazgo de Rafael Correa y frenar, sin conseguirlo, el proceso de cambio que impulsa Alianza PAIS.
Observaba con asombro en la portada de un diario una fotografía que cubría lo ancho de la página, sobre una tema religioso, como si se tratara de un acontecimiento de magnitud, de ese día, y hacia la parte inferior, a dos columnas, el pronunciamiento de ALBA y Unasur de respaldo a Ecuador respecto de la concesión de asilo y rechazo a la amenaza de asalto a nuestra embajada en Londres. Otro diario “independiente” dedica dos páginas a una marcha motorizada de la pluriizquierda (un carro alegórico con seis dirigentes y una escolta de 10 autos).
Qué vergüenza, los espacios vacíos se cubren con microentrevistas de los pocos asistentes. Según la narración del reportero, ya ganaron las elecciones. Ni para qué invertir tiempo en escribir sobre el melodrama de los niños y sus derivaciones. En este caso, pese a la distorsión de imágenes y hechos, los ecuatorianos, recogiendo versiones, se han formado su propio criterio.
Invitamos al público a comprobar los disparates que día a día difunde el periodista “libre e independiente”. En el país se ha perdido la objetividad en el manejo de la noticia. El periodismo no puede jamás desarrollarse y cumplir su misión en un ambiente de odio y desconfianza, donde prevalecen intereses económicos y políticos. La libertad de expresión no es solo una oración lírica. Es el más útil de los recursos para difundir la verdad completa y formar una correcta opinión pública.