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El Telégrafo

Senescyt y los transgénicos

21 de octubre de 2012

Abierto el debate sobre los transgénicos (TG) en el Ecuador, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) ha organizado una serie de talleres de socialización y discusión a nivel nacional sobre esta temática que el presidente Rafael Correa puso sobre el tapete.

Loja y Guayaquil fueron los primeros escenarios; luego los talleres serán en Quito y Cuenca. El propósito es que se discutan, a nivel académico y científico, los avances, logros, bondades o riesgos de los TG. Por su naturaleza, la Senescyt convocó como ponentes a científicos nacionales y extranjeros (algunos están en el país gracias al programa Prometeo) que trabajan o tienen formación en transgénesis.

Nadie ha discutido las bondades de los TG en salud: vacunas, anticuerpos monoclonales, hormonas, etc., ni en biocombustibles o biorremediación. El tema más complicado es en la agricultura donde existen dos posiciones: una que asegura que los TG son malos para el ambiente y la salud, y otra, que defiende la tecnología y el diseño de TG como una herramienta moderna y aceptable para solucionar problemas humanos.

Cada investigador mostró datos y estudios que dan cuenta de tergiversaciones en la información sobre los TG. Quienes se oponen a su introducción centraron sus argumentos en un viejo discurso referente al interés de las transnacionales por vender sus productos (semillas, pesticidas y agroquímicos). Posición reduccionista e infranqueable, ya que todos los científicos participantes defienden la soberanía investigativa del Ecuador y respaldan que se efectúen investigaciones propias para evaluar si los TG producidos por investigadores nacionales son útiles o no en el país.

Los investigadores participantes expresaron que ven como un obstáculo al desarrollo científico del país, el que exista un candado constitucional e incluso que la propuesta de ley sobre alimentos y biodiversidad sea radical al calificar a la biotecnología como una herramienta peligrosa.

Los participantes coincidimos en que cualquier investigación sobre TG debe regirse a los protocolos de bioseguridad de Cartagena o a otros que el país considere apropiados para que las investigaciones sean seguras y sin riesgos para la salud o el ambiente. La propuesta de los investigadores nacionales es que el Gobierno, a través de Senescyt, invierta en investigación de punta en el tema TG y que desarrollemos nuestros propios productos, liberándonos de intereses foráneos, sea de las transnacionales o de las redes ecologistas que también se benefician económicamente con su posición.

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