Publicidad

Ecuador, 25 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Se sabía que todos son peso pluma

18 de diciembre de 2012

Los malos aprendices de políticos empeñados en demostrar que no se precisa de alta preparación y buena crianza para conseguir los votos del supremo mandante, casi siempre son atacados ferozmente por Némesis, la diosa de la venganza.

De los siete candidatos, que en las próximas elecciones serán barridos del espectro político, seis aceptaron la invitación al debate  televisivo que organizó la Cámara de Comercio de Guayaquil. Y los seis tuvieron ahí su Némesis.

Difícilmente los ecuatorianos habrán observado, en 33 años de democracia, un debate tan insuficiente y ordinario. Y pudo ser peor, de haberse contado con un moderador de aquellos que causan lástima. La muy bella dama que realizó esa labor amortiguó en algo el impacto de la falta de ingenio de los intervinientes en ese debate, que pasará a la historia como la noche del disparate y del absurdo.  

La Cámara de Comercio tiene todo el derecho para haberlo convocado, como igualmente lo tiene cualquier club privado o asociación barrial, porque no es de la exclusiva competencia de ella promocionar estos eventos cívicos. Y si el afán de la Cámara fue lograr que la oposición encuentre los consensos necesarios que aglutinen e impidan la dispersión de las fuerzas reaccionarias que se resisten a un Ecuador más justo, solidario e incluyente, indudablemente que le salió el tiro por la culata.

Todos, absolutamente todos los seis candidatos, demostraron ser peso pluma, y se les notó un odio hacia el Estado, un culto al individualismo y un apego total al capitalismo.

Un millonario, que nació millonario, informó que ama a los pobres y que cuando estuvo matriculado en la Universidad lo tildaban de comunista; un pastor evangélico chapucero que repitió una y otra vez no ser político ni importarle perder las elecciones; un banquero serio que se contagió de la mediocridad y perdió el libreto; un militar golpista que con tristeza infinita añoraba la imprudencia de quienes le encargaron el ejercicio presidencial que no pudo honrar y terminó derrocado; un completo desconocido que solo atinaba a repetir la mágica solución de “un Estado nuevo con hombres nuevos”; y un subproducto de las rupturas, que resultó un esforzado y muy amable componedor de todo.

Está claro que la pelea del actual Gobierno no será contra ninguno de los seis candidatos que asistieron al debate. Y peor aún puede ser contra aquel  que, al no asistir al debate, demostró su repulsiva habilidad para caminar de puntillas y de espaldas a todo lo que signifique asumir riesgos.

La pelea, dura y constante, será contra fuerzas poderosas y experimentadas, que provienen del exterior y amenazan a toda la región. Fuerzas perversas que crearán las circunstancias necesarias para causar muy serios problemas.  

Por ello, quienes conforman el Gobierno de la Revolución Ciudadana están obligados a dejar las actuaciones frías e insustanciales. Y no tener miedos anticipados que les impidan pelear contra cualquiera que, en cualquier parte, pretenda detener la marcha del proyecto de gobierno.

Contenido externo patrocinado