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El Telégrafo

Se reactiva la Revolución Bolivariana

11 de octubre de 2012

Encontré en Europa del Este a venezolanos que hacían turismo igual que nosotros. Todos de clase media alta, seguros de que iba a ganar Capriles, pero con temor a expresarlo en voz alta, pues pensaban que podía haber algunos compatriotas adeptos a Chávez. Encontrar venezolanos y más aún chavistas y antichavistas, vacacionando en Berlín  me parecía una incongruencia viniendo de un país supuestamente en crisis. No se ven españoles ni portugueses ni irlandeses ni griegos, pues ellos sí están realmente mal.

Con el abrumador triunfo del Comandante con un amplio margen empecé a desarrollar mi explicación de este fenómeno: si bien los pobres hallan en Chávez la última esperanza de redención,  mucha clase media se ha beneficiado en estos  catorce años de su gobierno.

No son solamente siete millones de pobres y empleados públicos que votaron por él. Hay una clase media que cree en la Revolución Bolivariana y que permitió a Hugo Chávez ganar la batalla perfecta con un millón y medio de votos  más que su adversario, que a pesar de haber realizado una gran campaña y haber logrado aglutinar a una veintena de partidos políticos, perdió las elecciones.

¿Qué hace tan atractivo a Chávez? No hay duda de que es carismático y ya es un ícono en la política de  Latinoamérica. Y sí, hay gente pobre que recibe beneficios y subsidios gubernamentales y mantiene su empleo y lo apoya con su voto. Y hay también gente que hace buenos negocios, privados y estatales, en su gobierno. Pero, además, hay muchos venezolanos que simplemente estiman a Chávez, pues se ven reflejados en él. Y hay los que realmente creen en el socialismo. De cualquier manera, la Revolución  Bolivariana se consolida y, de hecho, la respuesta del Comandante, que usa el tango de Gardel para describir el futuro, podría ser bastante válida: “…Veinte años no es nada...”.

Capriles perdió en el Estado de Zulia, reducto del partido conservador Nuevo Tiempo. Solamente ganó en dos Estados: Táchira y Miranda, de los veinte y cuatro Estados venezolanos. Esto le da un gran respaldo al nuevamente electo presidente Chávez y sobre todo la legitimidad de las urnas para emprender el control estatal de la economía con nuevas nacionalizaciones: banca, alimentación y salud.

El Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) cumplió totalmente con su cometido. Imposible controlar a un poderoso conocedor del arte electoral como es Hugo Chávez, quien es el mejor administrador de la esperanza de los pobres en Venezuela. Es cierto que usó todos los recursos que tuvo a la mano, incluyendo el inmenso aparato gubernamental y el presupuesto petrolero. PDVSA ha invertido 30 billones de dólares en proyectos sociales. Pero  Capriles aceptó las reglas de juego y nunca se puso en duda la capacidad técnica del CNE de Venezuela para hacer  escrutinios en forma irreprochable, pese a tener dominio de representación estatal. Muy pocos se han atrevido a desempolvar el estribillo del fraude electoral. Bien por la democracia bolivariana.

Es posible que el comandante Chávez radicalice su posición socialista y su discurso antiimperialista y que, a pesar de su muy conciliadora actitud por su contundente triunfo, no sea muy tolerante con la oposición. Sin embargo, estas elecciones le han hecho enfrentar el descontento y hartazgo de muchos de sus compatriotas ante la ola de violencia: 19.000 asesinatos el año pasado son demasiados.

Y por supuesto los problemas económicos, el deterioro de las estructuras y servicios públicos y la corrupción de algunos miembros del régimen. La inflación al 28% es la más alta de Latinoamérica, la moneda está sobrevalorada, la deuda se ha disparado y el déficit presupuestal entre ingresos y egresos es mayor al 10%. Pero hay que aceptar que el antiguo Teniente Coronel de Blindados y Paracaidistas que llegó al poder en 1998 ha demostrado que tiene intacta su raigambre  popular. ¡Que todo vaya bien en los próximos seis años de Revolución Bolivariana!

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