Se ha iniciado en el país la era de la justicia, garantía de los derechos humanos y pilar de la democracia. Los gobernantes de línea conservadora o neoliberales solían seleccionar a los magistrados, según compromisos adquiridos con los sectores oligárquicos o como cuota política de los convenios electorales. Cualquier ciudadano que, perurgido por contingencias, haya recurrido a los tribunales, comprueba la nociva presencia de empleados y magistrados corruptos, que cedían por presión del poder político o la codicia. Ha sido tesis de la ciudadanía y opinión de un sector de la prensa terminar con la ineptitud y la inmoralidad en la administración de la justicia en el Ecuador.
Como no surgió una respuesta a ese estado de postración moral, se generalizó el clamor de que la justicia se la administre con independencia, libre de la injerencia política y el poder del dinero.
Tras un riguroso y transparente concurso organizado por mandato popular, funciona la Corte Nacional de Justicia, con el gran compromiso de abrir el camino hacia la recuperación de la confianza ciudadana en la aplicación de la justicia. En este ámbito el Primer Mandatario subraya: “Una de los prioridades de Ecuador es una administración de justicia que no claudique ante el poder del dinero ni la presión, y que por encima de todo se respeten los derechos humanos y la Constitución”.
El gobierno de la Revolución Ciudadana considera que, para mejorar la administración del Estado, es indispensable obrar con la verdad y la justicia. En ese sentido, todo infractor perteneciente a cualquier nivel social no debe, jamás, liberarse del respectivo juzgamiento. Cuando desaparezca, definitivamente, la impunidad o burla de la justicia, los ecuatorianos comenzarían a recuperar la confianza en los magistrados.
Los 21 integrantes de la Corte Nacional de Justicia, recientemente en funciones, asumen un reto histórico. En compromiso con el país, se disponen a sepultar un pasado de vergüenza y a diseñar una administración de justicia de excelencia, garante de un nuevo orden de seguridad y confianza.
La tarea por cumplir de la Corte Nacional de Justicia es una parte del proceso de transformación que propugna el Socialismo Siglo XXI. Es urgente la participación de todos para lograr un cambio de actitud de los ecuatorianos en el despertar de un nuevo amanecer. El advenimiento de la era de la justicia es cambio. Solo el hombre absurdo es el que no cambia nunca, sostiene Georges Clemenceau.