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El Telégrafo

Sanción a la antidemocracia

17 de agosto de 2012

Dignatarios de Unasur se reúnen en Lima para decidir sobre Paraguay. Se trata de determinar si se le permitirá reintegrarse a esa organización, tras la grosera destitución que se hiciera del presidente Fernando Lugo.

Parece evidente que no se permitirá el reingreso mientras permanezca Franco en el gobierno. Es por demás sabido que él conspiró permanentemente contra el presidente Lugo desde su lugar de vice; había ya más de veinte intentos de destitución a Lugo en los que había participado Franco.

En verdad, la maniobra política se hizo clara: el partido de Franco había “prestado” su lugar a Lugo para la presidencia, pues sabía de la popularidad del ex obispo a la hora de los votos. Luego de ganada la elección, bastaba desembarazarse de él para pasar a ser gobierno sin nadie que fuese ajeno a la inicial estructura partidaria (por cierto que hubo dirigentes ajenos a esa maniobra y que sostuvieron dignidad, como el histórico Domingo Laíno).

Pero no sería suficiente con solo sancionar a Franco, y dejar el campo orégano a lo que luego venga. Aun si se trata de nuevas elecciones limpias, estas no restituyen a quienes ganaron las elecciones anteriores. Es decir, el ataque a la democracia fue perpetrado, y solo se remediaría lo realizado si se volviera a la condición de gobierno que se tenía cuando Lugo fue destituido.

Los golpistas “a la blanda”, al estilo de Honduras y Paraguay, debieran ser sancionados sin más, y de manera definitiva. Si con una elección posterior a los actos destituyentes se puede recuperar la credibilidad democrática, podemos asistir a muchos casos de producir situaciones para desprestigiar un líder, expulsarlo ilegalmente del poder y terminar luego de crear las condiciones para que la nueva elección tenga otros ganadores.

De tal modo, una nueva elección no arregla la burla de la anterior. Y una restauración democrática no soluciona el golpe antidemocrático habido. Paraguay no habrá vuelto a la normalidad con una elección posterior a Franco, pues la normalidad institucional ha sido irremisiblemente alterada.

Y los responsables debieran sufrir un castigo ejemplar e ilevantable por parte de las autoridades de organismos supranacionales como Unasur.

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