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El Telégrafo

Salud, Buen Vivir y carreteras

06 de julio de 2013

Mucha gente piensa que tener salud es no tener enfermedades, y piensa, así mismo, que para el caso de las emergencias relativas a las enfermedades las carreteras son esenciales para llevar a los pacientes al hospital. Pero estas son verdades parciales, pues la salud no es solo la ausencia de enfermedades, ni las carreteras sirven solo para esos traslados o solo para el comercio y el turismo.

La Organización Mundial de la Salud señala desde hace más de cincuenta años que “la salud es el bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedades”. Para entender mejor este concepto hoy se propone que “la salud es la satisfacción de las necesidades humanas, objetivas del cuerpo (lo físico), subjetivas de la cultura (lo mental) y sociales a cargo del Estado, entendidas como derechos”. Esta satisfacción da la óptima calidad de vida, que es el Buen Vivir.

El concepto ancestral del Sumak Kawsay trae aparejados los cinco principios de “el conocimiento o sabiduría sin los cuales la vida no es posible, el respeto y cuidado de la Pachamama como madre de todos, la certeza de que la vida es sana, la comprensión de que es colectiva, y la esperanza de que todos tenemos sueños o ideales”, así como los tres principios de la filosofía andina: la reciprocidad (o solidaridad), la complementariedad (de la dualidad del cuerpo y la subjetividad, de lo masculino con lo femenino, etc.) y la correspondencia (del todo con las partes).

La salud es entonces el Buen Vivir, o viceversa, como satisfacción de las necesidades del cuerpo (nutrición, sexualidad y trabajo sanos), de la subjetividad cultural (el conocimiento, los afectos, la libertad, la identidad, la protección, la creación, la recreación) y las obligaciones del Estado, entre ellas los servicios generales (agua, electricidad, medios de comunicación y vías de comunicación) y aquellas sociales (salud, educación, vivienda, bienestar social). Todas ellas entendidas como derechos.

Las carreteras son vitales, no solo para la producción económica, el comercio, el turismo, sino para la movilización e intercambio de los productos esenciales para el uso como los alimentos, las relaciones familiares, el trabajo, las necesidades culturales, es decir, para una concepción integral del todo con sus partes, como propone el nuevo Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017, cuyos contenidos deben enseñarse en las escuelas, los colegios, las universidades, y con los medios de comunicación.

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